Susana Giménez pertenece al puñado de veteranas que los glosadores de la farándula exaltan como "trabajadoras incansables", aunque nunca se subieron a un andamio. Volvió en carácter de redentora de Telefé, con problemas de rating, y enarbolando una llama sagrada que no se extingue: su carisma natural, que todavía no se convirtió en tic. Siguen pasando los años, y mientras se nos iba transformando en matrona, desfilaron novios, compró una casa en Miami y construyó una mansión en Punta del Este, y hasta se hizo vegetariana luego de visitar a Dalai Lama y experimentar una revolución espiritual, pero conservando una espontaneidad y frescura que nos coloca más cerca del cariño que de la tolerancia. O tal vez hemos sido persuadidos por el bombardeo de los glosadores de la farándula.
Este año se plantó exigiendo puntualidad y respeto por la duración del programa, o sea que se rebeló ante la esclavitud de la medición minuto a minuto. A las 20.30, por lo tanto, ya estaba el rap de apertura en escena, con ella de blanco rodeada por bailarines de traje negro, en una presentación económica. "Este día esperado/que tanto he deseado", cantó Susana con rima cuya autora pudo ser Belén Francese.
La montaña de flores era monstruosa, ni en la tumba de Lady Di se vio algo igual, y tuvo que leer en dos tramos los nombres de las celebridades que las habían enviado. Presentó a su secretario Ezequiel, un efebo de 22 años, modelo y sin novia, según declaró el joven cuando ella le preguntó, aunque hubiera sido menos impertinente si le preguntaba si tenía novio. Fue cuando hizo el anuncio al cual calificó de "principal", ya que el oro gobierna nuestros actos: "Este año volvió el premio del millón". Es "importantísimo", ratificó, y nadie lo duda. Se trata de llamar al 0609-111-4444. Y
de ganarlo.
Antonio Gasalla se puso la mañanita y la peluca y reapareció con su Mamá Cora, en un reencuentro extenso y gracioso, al cual siguió un maravilloso sketch donde un artista del Lido de París ofreció un número prodigioso de teatro negro que desmiente a quienes alimentan prejuicios acerca de los mimos.
TRAMPA PARA TONTOS
La paternidad de Facundo Arana provocó revuelos mediáticos desde los primeros análisis del laboratorio, y el nacimiento de su hija fue convertido en un acontecimiento nacional. Por suerte, el casamiento de Wanda Nara no duró nueve meses. Desde hacía semanas, y hasta la tarde misma del debut, se difundió como conjetura que "tal vez" el actor estuviera presente en el primer programa para ofrecer detalles de su paternidad. Por supuesto, siempre estuvo arreglado, y en especial porque Facundo Arana es artista de la casa, pero parece necesario que el público caiga en una trampa para tontos.
Con su rubia cabellera de estudiada rebeldía, esa mirada azul transparente y una fama de aventurero indomable -al parecer, una vez durmió en carpa-, cuando abre los mismos labios que han besado a las mujeres más hermosas del ambiente, no se escuchan pensamientos demasiado profundos. "Estoy feliz", dijo, sin esfuerzo. "Desde hace mucho tiempo tengo un presente insólitamente feliz", insistió, con su serena mirada de palomo en noviembre.
Quiso ser muchas cosas, ya que sentía vocación por el teatro, el surf, los viajes y la medicina. Desistió de la pediatría cuando le dijeron que era demasiado sensible, por lo que salió ganando el público de la tele, aun cuando es difícil establecer si su decisión fue buena o mala para la salud infantil.
Susana lo despidió con una recopilación de escenas de sus telenovelas, desde "Chiquititas". Volvimos a verlo con Natalia Oreiro en "Muñeca brava", dando un beso y recibiendo un rodillazo en los testículos; en "Yago, pasión morena", disfrazado de Tarzán; en "099 Central", con Nancy Dupláa; haciendo de Cristo colgado de la cruz, en "Padre Coraje"; en la reciente "Sos mi vida" y la actual "Vidas robadas", una tira a la cual la sociedad le debería el interés por una problemática descuidada, según opinó Arana con la miopía omnipotente de los habitantes de la tele, que miran su ombligo y se dicen: "Oh, el mundo".
ROBERTO MAURER
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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