DIARIOS, BLOOKS Y CHIT LIT: LA NUEVA AUTOBIOGRAFIA FEMENINA
Rodrigo González Fernandez , en conferencia sobre Blogs y Empresa ha citado este artículo de Sonia Budassi: De la vida íntima publicado en Perfil un blog que invito a leer http://www.perfil.com/contenidos/2006/11/06/noticia_0048.html# un intersante artículo que puede motivar a nuestras lectoras a iniciarse en el mundo de los blogs.
La reciente publicación de Mala leche, de la blogger conocida como Lola Copacabana, refuerza la tendencia editorial de publicar diarios íntimos, blogs y autobiografías de mujeres que –entre otras cosas– relatan los pormenores de su vida sexual. La escritora italiana Melissa P., la ex prostituta brasileña Bruna Surfistinha y la argentina Cielo Latini, todas best sellers, funcionan como los primeros hitos de este nuevo fenómeno. ¿Estrategia editorial, voyeurismo, búsqueda de nuevos lectores? Responden los editores.
Por Sonia Budassi
06.11.2006
Jóvenes, seductoras y levemente conflictuadas. Su actividad sexual suele ser, en la mayoría de los casos, bastante intensa. Con estilos diferentes, aunque desde una clase acomodada, escriben en clave testimonial (blogs, diarios íntimos, autobiografías) y generan una ilusión de proximidad que suma cada vez más lectores y convierte las novedades editoriales de este año en un boom de ventas.
Los editores –nunca ingenuos frente a potenciales controversias– buscan captar a un público joven y también a sus padres, seducidos por el morbo o la identificación que provoca la ilusión de que lo que se cuenta realmente sucedió. Paula Pérez Alonso, editora de Abzurdah , el libro que escribió Cielo Latini sobre su pasado de anoréxica, afirma: “Es mucho más poderoso contar la experiencia de alguien en primera persona. La testimonial es una tendencia que se hace cada vez más sólida en los últimos años. No es casualidad la directa conexión entre este tipo de libros y los blogs”. Ignacio Iraola, director editorial del Grupo Planeta, coincide con Pérez Alonso: “Pienso que hay un auge de la literatura testimonial en general. Tal vez la femenina, la mujer que dice lo suyo, era la que venía más rezagada a nivel masivo en ese recorte”.
Pionera. La italiana Melissa Panarello fue la primera “lolita escritora” al publicar, a los 16 años, Cien cepilladas antes de ir a dormir. En los primeros pasajes habla de cómo se masturba siendo aún virgen, pero a las pocas páginas ya ha ganado experiencia en diversas prácticas sexuales. De todos modos, en la novela queda claro que Melissa busca “amor”. El libro, estructurado como diario íntimo –un personaje más en la medida en que la narradora lo interpela: la figura de la segunda persona incluye en su intimidad al lector– dice: “Quiero amor, diario. Quiero sentir cómo se derrite mi corazón y quiero ver las estalactitas de mi hielo romperse y hundirse en el río de la pasión, de la belleza”. Los pormenores iniciáticos (con un lenguaje que se permite llamar “El Ignoto” al órgano sexual masculino, y con un velo de ingenuidad apenas edulcorada) de esta bella jovencita hace esperable que tenga un público, también, adolescente. Y aquí ocurre lo que sucederá en otros casos: el testimonio también se lee como autoayuda. Se espera que los adolescentes se sientan identificados, que busquen allí respuestas –como ocurrirá también con Cielo Latini. O que las madres, curiosas, se asomen al libro para saber qué podrían estar haciendo sus hijas en lugar de estar, por ejemplo, estudiando en la biblioteca o en casa de la amiguita...
Iraola piensa que ahí descansa el factor éxito: “La confesión es muy seductora. Y la adolescente tiene la particularidad de disparar en varias direcciones. Están los adolescentes que buscan la empatía con un par que son mayoría. Pero también está el adulto en sus varias versiones: el mirón que busca espiar el cuarto de una teen , y el otro que busca recabar información para tratar de ver en qué andan los jóvenes. Todos juntos hicieron al éxito comercial del libro”. En Tu aliento, reciente libro de Melissa P., la autora vuelve a las metáforas y a las personificaciones y continúa buscando amor, esta vez con más celos y menos sexo. Se acentúa la tragedia, el sufrimiento trágico, el grave sufrimiento adolescente: todo es terrible para Melissa. Incluso hay un intento de suicidio, tema del que también gustan Latini y la blogger brasileña Bruna Surfistihna, autora de El dulce veneno del escorpión.
Julieta Obedman, editora de SUMA, afirma: “En Tu aliento, Melissa expresa un enorme crecimiento personal y demuestra que su aspiración a convertirse en escritora es real; creo que es mejor libro que el primero, literariamente hablando”. Quizá de esa intención salga la gravedad de la novela. Si bien ambos son relatos eróticos, Iraola piensa que “quien los lee siente que está entrando en un terreno prohibido, pero no tanto. Es erotismo en un punto bastante correcto, amable”. La polémica justa para no disgustar demasiado.
Más cultura teen. Latini es ya un rostro bastante conocido, por lo menos en la Argentina: fue tapa de las revistas Noticias y Newsweek, almorzó con Mirtha Legrand... Su historia está atravesada por su pasado de anoréxica militante. Según Pérez Alonso, el libro “se lee como un testimonio, crudo y brutal, de alguien que sostiene que cada uno tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiera. Es una posición filosófica interesante y legítima. También está contada la caída en la anorexia, su padecimiento y su esterilidad, las presiones sociales que ayudan para que exista un modelo estético único y cómo la autora, a través de una buena terapia, pudo ponerle palabras a su historia y recuperarse y encontrar sentido en otras cosas más atractivas”. Y admite que puede resultar escandaloso “que alguien sostenga que cada uno tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiera”, aunque lo que la decidió a editarla no es el escándalo en potencia sino el relato: “Una adolescente que tiene una historia perturbadora pero que se parece a la de muchos, alguien expuesto a la dependencia sexual y emocional, con impulso autodestructivo. Y también la oscuridad de la protagonista”.
De hecho, ya en el prólogo, Latini se presenta como una “chica brava”: “Por el momento, sólo diré que no es un libro fácil. Es un libro ‘jodido’. Y si no estás dispuesto a leer cosas jodidas, andá a la librería, cambialo y que seas feliz con Charles Perrault. Yo no soy Cenicienta, ni Hansel, ni Gretel. Soy más bien el lobo. Un lobo confundido, ultrajado y autodestructivo”. Latini se esforzará en dejar en claro (y queda clarísimo) que ella no es una chica como otras: “Era previsible que mi nombre no podía ser común, tenía que ser especial”, escribe. Y también: “Yo sabía que no era como los demás”. Pero en su singularidad, como afirma Pérez Alonso, asoma el universal: las peripecias de una adolescente gordita y looser que no termina de adaptarse al mundo en que se mueve. Un mundo aspiracional: como otras autoras, el estigma de clase, el consumo, las fiestas y los lugares de moda serán parte del drama. “Soy la perfecta caracterización de la hija única de padres de clase media alta argentina”, asumirá Latini, que hoy tiene 21 años.
Como Melissa P., Latini recurre, cada tanto, a metáforas y comparaciones. Su público, según Pérez Alonso, es “gente de menos de 30 y sus padres que, lejos de estar escandalizados, agradecen que alguien eche luz acerca de un tema sobre el que es difícil hablar con sus hijos: la vida íntima, los temores, los fantasmas, las inseguridades, la pulsión autodestructiva de la adolescencia”. En su época anoréxica, Cielo mantenía una página web –hoy cerrada– en la que desarrollaba su militancia anoréxica: allí organizaba, por ejemplo, competencias con otras chicas para ver quién era capaz de consumir menos calorías o compartía trucos para no ser descubierta al desechar la comida. Hoy, más allá de sus exposiciones mediáticas, mantiene un flog donde publica también fotos de sus lectores e información sobre sus presentaciones. Por la web también circulan sus admiradores; hay varios flogs (blog de fotografías) dedicados a Abzurdah y a su autora que confirman el target de lectores. En su mayoría adolescentes, algunos de ellos dicen admirarla por su capacidad para superar la enfermedad. Y otros, que confiesan ser anoréxicos, parecen identificarse con su fase más terrible, y le preguntan acerca de cómo seguir el camino del no comer, como si olvidaran la última parte del relato de Abzurdah: la recuperación.
Pornostar literaria. Cuenta la historia que Bruna Surfistinha era una chica bien. Pero se aburría. Entonces, a los 17 años, se escapó de la casa de sus padres, y decidió empezar a trabajar de prostituta mientras contaba sus experiencias en un blog. Más tarde publicó El dulce veneno... y fue un éxito de ventas. A Iraola le interesó editarla porque “tuvo la valentía de exponer públicamente su vida privada atravesada por la prostitución en tanto trabajo –lo cual permitió conocer la trastienda de su metier–, pero que al mismo tiempo servía para entender su historia de vida. Esa valentía motivó el interés en su prosa, sumado a que la prostitución genera en la gente sentimientos ambiguos: de rechazo o repugnancia, pero también de morbosidad vedada”.
Según él, el hecho de que tuviera un blog sobredeterminó la decisión de publicarla. “Su blog era no sólo asiduamente visitado por miles de personas sino comentado, generando favoritismos y rechazos, pero nunca indiferencia. Eso nos dio la pauta de que el libro sería un éxito. Al mismo tiempo, parte de los contenidos posteados fueron la materia prima del libro”. Según Iraola, el éxito se debió a que la intimidad de una prostituta “genera fantasías de todo tipo. Y Bruna, con lujo de detalles, satisfizo esas preguntas primales”. Hacia el final, Surfistinha ofrece “Los quince mandamientos de Bruna” y consejos –como una Alessandra Rampolla bastante más hot– para lograr tener buen sexo con una pareja estable.
Just Lola. La editorial Sudamericana acaba de lanzar Mala leche, el libro (en clave blog) de la blogger Lola Copacabana. Desde la estética de tapa, ya se vislumbra cierta diferencia con las otras autoras: Lola es decididamente pop, cool, canchera, moderna y descontracturada. Si Panarello y Latini son abrumadoramente trágicas, incapaces de reírse de sí mismas; si Surfistinha muestra algunos toques de humor, Lola hace de la ironía la clave de su obra en la que conviven aventuras sexuales, anécdotas de la facultad, consumo y maternidad. Como Bruna Surfistinha (su verdadero nombre es Raquel Pacheco), y tantos otros bloggers, Lola esconde a Inés Gallo. Perteneciente a la misma extracción social que las otras autoras (y escribiendo miles de frases en inglés o francés), está mucho más cerca de la llamada chic lit (historias al estilo Sex and the city: los conflictos rondan el tema del sexo, la pareja, las amigas, el trabajo y también la moda) que de los dramas adolescentes. El libro comparte la fragmentación del blog (justlola.blogspot.com) y mantiene su personal estilo con el atractivo mix de emociones que juguetean, como las canciones de Babasónicos, con la más brillante frivolidad.
Lola puede prescindir de la acción, pero siempre tendrá una categoría justa y divertida para lo doméstico, lo social o lo sexual. El director editorial de Sudamericana, Pablo Avelluto, afirma que Lola escribe para gente parecida a ella. “ Su texto presenta numerosas referencias culturales propias de quienes rondan los veinticinco años. Sin embargo, su universo de temas alcanza un público mucho más amplio. Cada lectora o lector elige un fragmento de Lola. Desde luego, está el placer voyeurista de la revelación del diario íntimo.
Algunos se conmoverán con la relación con su hija, otros se divertirán con sus peripecias sexuales, alguno ha encontrado en ella un discurso post feminista. Están aquellas que se identifican con el personaje y quienes se centran en el erotismo”. En cuanto al cambio de soporte (de la pantalla al libro), Avelluto asegura: “Lola sabe tanto de libros como de Internet y me describió una a una las diferencias entre libro y bitácora. En aquel intercambio, afirmaba: ‘Lola no es delicatessen para paladares exquisitos, Lola es Big Mac’. Como escritora, contaba con una gran ventaja. Conocía perfectamente a sus lectoras y lectores. Sabía exactamente qué amaban y detestaban de ella. Para cuando tuvimos nuestro primer encuentro personal, yo ya estaba decidido a publicarla”.
El recurso del testimonio hizo que algunas bloggers se transformaran en “escritoras” –al tiempo que cientos de escritores han devenido bloggers. Atentas a estos cambios y transformaciones en las formas de producción de textos, los editores han sabido ver allí la potencialidad de un nuevo boom editorial. Así, salen –y seguirán apareciendo– al mercado libros malos, regulares o buenos, surgidos de la astucia editorial, pero que saben encontrar los intereses más profundos, oscuros y banales de grupos de lectores cada vez mejor identificados.
Los editores –nunca ingenuos frente a potenciales controversias– buscan captar a un público joven y también a sus padres, seducidos por el morbo o la identificación que provoca la ilusión de que lo que se cuenta realmente sucedió. Paula Pérez Alonso, editora de Abzurdah , el libro que escribió Cielo Latini sobre su pasado de anoréxica, afirma: “Es mucho más poderoso contar la experiencia de alguien en primera persona. La testimonial es una tendencia que se hace cada vez más sólida en los últimos años. No es casualidad la directa conexión entre este tipo de libros y los blogs”. Ignacio Iraola, director editorial del Grupo Planeta, coincide con Pérez Alonso: “Pienso que hay un auge de la literatura testimonial en general. Tal vez la femenina, la mujer que dice lo suyo, era la que venía más rezagada a nivel masivo en ese recorte”.
Pionera. La italiana Melissa Panarello fue la primera “lolita escritora” al publicar, a los 16 años, Cien cepilladas antes de ir a dormir. En los primeros pasajes habla de cómo se masturba siendo aún virgen, pero a las pocas páginas ya ha ganado experiencia en diversas prácticas sexuales. De todos modos, en la novela queda claro que Melissa busca “amor”. El libro, estructurado como diario íntimo –un personaje más en la medida en que la narradora lo interpela: la figura de la segunda persona incluye en su intimidad al lector– dice: “Quiero amor, diario. Quiero sentir cómo se derrite mi corazón y quiero ver las estalactitas de mi hielo romperse y hundirse en el río de la pasión, de la belleza”. Los pormenores iniciáticos (con un lenguaje que se permite llamar “El Ignoto” al órgano sexual masculino, y con un velo de ingenuidad apenas edulcorada) de esta bella jovencita hace esperable que tenga un público, también, adolescente. Y aquí ocurre lo que sucederá en otros casos: el testimonio también se lee como autoayuda. Se espera que los adolescentes se sientan identificados, que busquen allí respuestas –como ocurrirá también con Cielo Latini. O que las madres, curiosas, se asomen al libro para saber qué podrían estar haciendo sus hijas en lugar de estar, por ejemplo, estudiando en la biblioteca o en casa de la amiguita...
Iraola piensa que ahí descansa el factor éxito: “La confesión es muy seductora. Y la adolescente tiene la particularidad de disparar en varias direcciones. Están los adolescentes que buscan la empatía con un par que son mayoría. Pero también está el adulto en sus varias versiones: el mirón que busca espiar el cuarto de una teen , y el otro que busca recabar información para tratar de ver en qué andan los jóvenes. Todos juntos hicieron al éxito comercial del libro”. En Tu aliento, reciente libro de Melissa P., la autora vuelve a las metáforas y a las personificaciones y continúa buscando amor, esta vez con más celos y menos sexo. Se acentúa la tragedia, el sufrimiento trágico, el grave sufrimiento adolescente: todo es terrible para Melissa. Incluso hay un intento de suicidio, tema del que también gustan Latini y la blogger brasileña Bruna Surfistihna, autora de El dulce veneno del escorpión.
Julieta Obedman, editora de SUMA, afirma: “En Tu aliento, Melissa expresa un enorme crecimiento personal y demuestra que su aspiración a convertirse en escritora es real; creo que es mejor libro que el primero, literariamente hablando”. Quizá de esa intención salga la gravedad de la novela. Si bien ambos son relatos eróticos, Iraola piensa que “quien los lee siente que está entrando en un terreno prohibido, pero no tanto. Es erotismo en un punto bastante correcto, amable”. La polémica justa para no disgustar demasiado.
Más cultura teen. Latini es ya un rostro bastante conocido, por lo menos en la Argentina: fue tapa de las revistas Noticias y Newsweek, almorzó con Mirtha Legrand... Su historia está atravesada por su pasado de anoréxica militante. Según Pérez Alonso, el libro “se lee como un testimonio, crudo y brutal, de alguien que sostiene que cada uno tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiera. Es una posición filosófica interesante y legítima. También está contada la caída en la anorexia, su padecimiento y su esterilidad, las presiones sociales que ayudan para que exista un modelo estético único y cómo la autora, a través de una buena terapia, pudo ponerle palabras a su historia y recuperarse y encontrar sentido en otras cosas más atractivas”. Y admite que puede resultar escandaloso “que alguien sostenga que cada uno tiene el derecho de hacer con su cuerpo lo que quiera”, aunque lo que la decidió a editarla no es el escándalo en potencia sino el relato: “Una adolescente que tiene una historia perturbadora pero que se parece a la de muchos, alguien expuesto a la dependencia sexual y emocional, con impulso autodestructivo. Y también la oscuridad de la protagonista”.
De hecho, ya en el prólogo, Latini se presenta como una “chica brava”: “Por el momento, sólo diré que no es un libro fácil. Es un libro ‘jodido’. Y si no estás dispuesto a leer cosas jodidas, andá a la librería, cambialo y que seas feliz con Charles Perrault. Yo no soy Cenicienta, ni Hansel, ni Gretel. Soy más bien el lobo. Un lobo confundido, ultrajado y autodestructivo”. Latini se esforzará en dejar en claro (y queda clarísimo) que ella no es una chica como otras: “Era previsible que mi nombre no podía ser común, tenía que ser especial”, escribe. Y también: “Yo sabía que no era como los demás”. Pero en su singularidad, como afirma Pérez Alonso, asoma el universal: las peripecias de una adolescente gordita y looser que no termina de adaptarse al mundo en que se mueve. Un mundo aspiracional: como otras autoras, el estigma de clase, el consumo, las fiestas y los lugares de moda serán parte del drama. “Soy la perfecta caracterización de la hija única de padres de clase media alta argentina”, asumirá Latini, que hoy tiene 21 años.
Como Melissa P., Latini recurre, cada tanto, a metáforas y comparaciones. Su público, según Pérez Alonso, es “gente de menos de 30 y sus padres que, lejos de estar escandalizados, agradecen que alguien eche luz acerca de un tema sobre el que es difícil hablar con sus hijos: la vida íntima, los temores, los fantasmas, las inseguridades, la pulsión autodestructiva de la adolescencia”. En su época anoréxica, Cielo mantenía una página web –hoy cerrada– en la que desarrollaba su militancia anoréxica: allí organizaba, por ejemplo, competencias con otras chicas para ver quién era capaz de consumir menos calorías o compartía trucos para no ser descubierta al desechar la comida. Hoy, más allá de sus exposiciones mediáticas, mantiene un flog donde publica también fotos de sus lectores e información sobre sus presentaciones. Por la web también circulan sus admiradores; hay varios flogs (blog de fotografías) dedicados a Abzurdah y a su autora que confirman el target de lectores. En su mayoría adolescentes, algunos de ellos dicen admirarla por su capacidad para superar la enfermedad. Y otros, que confiesan ser anoréxicos, parecen identificarse con su fase más terrible, y le preguntan acerca de cómo seguir el camino del no comer, como si olvidaran la última parte del relato de Abzurdah: la recuperación.
Pornostar literaria. Cuenta la historia que Bruna Surfistinha era una chica bien. Pero se aburría. Entonces, a los 17 años, se escapó de la casa de sus padres, y decidió empezar a trabajar de prostituta mientras contaba sus experiencias en un blog. Más tarde publicó El dulce veneno... y fue un éxito de ventas. A Iraola le interesó editarla porque “tuvo la valentía de exponer públicamente su vida privada atravesada por la prostitución en tanto trabajo –lo cual permitió conocer la trastienda de su metier–, pero que al mismo tiempo servía para entender su historia de vida. Esa valentía motivó el interés en su prosa, sumado a que la prostitución genera en la gente sentimientos ambiguos: de rechazo o repugnancia, pero también de morbosidad vedada”.
Según él, el hecho de que tuviera un blog sobredeterminó la decisión de publicarla. “Su blog era no sólo asiduamente visitado por miles de personas sino comentado, generando favoritismos y rechazos, pero nunca indiferencia. Eso nos dio la pauta de que el libro sería un éxito. Al mismo tiempo, parte de los contenidos posteados fueron la materia prima del libro”. Según Iraola, el éxito se debió a que la intimidad de una prostituta “genera fantasías de todo tipo. Y Bruna, con lujo de detalles, satisfizo esas preguntas primales”. Hacia el final, Surfistinha ofrece “Los quince mandamientos de Bruna” y consejos –como una Alessandra Rampolla bastante más hot– para lograr tener buen sexo con una pareja estable.
Just Lola. La editorial Sudamericana acaba de lanzar Mala leche, el libro (en clave blog) de la blogger Lola Copacabana. Desde la estética de tapa, ya se vislumbra cierta diferencia con las otras autoras: Lola es decididamente pop, cool, canchera, moderna y descontracturada. Si Panarello y Latini son abrumadoramente trágicas, incapaces de reírse de sí mismas; si Surfistinha muestra algunos toques de humor, Lola hace de la ironía la clave de su obra en la que conviven aventuras sexuales, anécdotas de la facultad, consumo y maternidad. Como Bruna Surfistinha (su verdadero nombre es Raquel Pacheco), y tantos otros bloggers, Lola esconde a Inés Gallo. Perteneciente a la misma extracción social que las otras autoras (y escribiendo miles de frases en inglés o francés), está mucho más cerca de la llamada chic lit (historias al estilo Sex and the city: los conflictos rondan el tema del sexo, la pareja, las amigas, el trabajo y también la moda) que de los dramas adolescentes. El libro comparte la fragmentación del blog (justlola.blogspot.com) y mantiene su personal estilo con el atractivo mix de emociones que juguetean, como las canciones de Babasónicos, con la más brillante frivolidad.
Lola puede prescindir de la acción, pero siempre tendrá una categoría justa y divertida para lo doméstico, lo social o lo sexual. El director editorial de Sudamericana, Pablo Avelluto, afirma que Lola escribe para gente parecida a ella. “ Su texto presenta numerosas referencias culturales propias de quienes rondan los veinticinco años. Sin embargo, su universo de temas alcanza un público mucho más amplio. Cada lectora o lector elige un fragmento de Lola. Desde luego, está el placer voyeurista de la revelación del diario íntimo.
Algunos se conmoverán con la relación con su hija, otros se divertirán con sus peripecias sexuales, alguno ha encontrado en ella un discurso post feminista. Están aquellas que se identifican con el personaje y quienes se centran en el erotismo”. En cuanto al cambio de soporte (de la pantalla al libro), Avelluto asegura: “Lola sabe tanto de libros como de Internet y me describió una a una las diferencias entre libro y bitácora. En aquel intercambio, afirmaba: ‘Lola no es delicatessen para paladares exquisitos, Lola es Big Mac’. Como escritora, contaba con una gran ventaja. Conocía perfectamente a sus lectoras y lectores. Sabía exactamente qué amaban y detestaban de ella. Para cuando tuvimos nuestro primer encuentro personal, yo ya estaba decidido a publicarla”.
El recurso del testimonio hizo que algunas bloggers se transformaran en “escritoras” –al tiempo que cientos de escritores han devenido bloggers. Atentas a estos cambios y transformaciones en las formas de producción de textos, los editores han sabido ver allí la potencialidad de un nuevo boom editorial. Así, salen –y seguirán apareciendo– al mercado libros malos, regulares o buenos, surgidos de la astucia editorial, pero que saben encontrar los intereses más profundos, oscuros y banales de grupos de lectores cada vez mejor identificados.
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