Mariana Martínez Columnista, BBC Mundo |
El cobre es la "niña bonita" de la economía chilena.
Y no es para menos. El cobre es el recurso natural más importante de Chile. El país ocupa el primer puesto como productor de ese metal a nivel mundial, al contar con casi el 40% de las reservas de "oro rojo" conocidas del planeta.
Chile produce 5,3 millones de toneladas anuales de cobre, o lo que es lo mismo, el 60% del volumen que se transa a nivel mundial.
Actualmente el cobre representa la fuente de divisas más importante del país y, según datos del Banco Central de Chile, generó ingresos por su venta por US$18,305 millones en 2005, un 26,4% más que en 2004 y un salto de 134,2% respecto a 2003.
Por las nubes
Esta escalada en los ingresos se debe fundamentalmente a la fuerte demanda por parte de China -para material de construcción-, Japón y Estados Unidos, y a que el precio del "oro rojo" en los mercados internacionales está por las nubes. Su cotización es hoy más de cuatro veces la de tres años atrás.
El promedio de la libra de cobre en el período enero-junio de 2006 alcanzó los US$3,413, muy superior a los US$1,253 del mismo período de 2004 y los US$0,749 de 2003.
La fiebre por el "oro rojo" y otros metales en los mercados internacionales ha sido en gran parte responsable del crecimiento económico de Chile de los dos últimos años.
Según datos del Banco Central de Chile, la minería explica el 15,97% valor de los bienes y servicios o PIB producido por el país en 2005. El cobre fue responsable por el 13,6%.
El aumento de un 30% en la cotización el cobre en 2005 permitió que las cuentas fiscales cerraran con un superávit equivalente al 4,8% del PIB, el mejor resultado en 18 años.
¿A dónde van las ganancias?
A diferencia que en los setenta, cuando el gobierno de Salvador Allende nacionalizó el cobre -el 95% de la producción y exportación pasaba a manos del Estado-, en la actualidad, el 68% de los ingresos producidos por la venta del metal se destina a los balances de las empresas privadas y el 32% restante a la estatal Corporación Nacional de Cobre (CODELCO), quien después traspasa ese dinero al fisco.
El gobierno recibe sólo una parte de ese 32% ya que un porcentaje va para el fondo de compensación del cobre, que acumula recursos para que el Estado pueda equilibrarse cuando el precio del cobre baja en los mercados internacionales.
Gracias a la escalada alcista del precio del cobre, las empresas mineras han registrado una fuerte alza en sus utilidades, lo que ha llevado a los trabajadores a reclamar aumentos salariales.
La Escondida y los mercados
El caso más reciente ha sido el de la amenaza de huelga en la mayor mina de "oro rojo" del mundo, la Escondida, ubicada en el desierto chileno de Atacama.
Más de 2.000 trabajadores sindicalizados de La Escondida anunciaron que estarían listos para iniciar una huelga tras el fracaso de las conversaciones con la empresa sobre los términos de un nuevo contrato laboral.
Los trabajadores exigen que tanto los salarios como los beneficios que reciben reflejen la actual escalada de los precios del cobre, alrededor de US$3,5 la libra y cinco veces superior al valor en el que se encontraba cuando negociaron sus contratos en 2003.
La noticia imprimió aún más fuerza al precio del cobre en los mercados internacionales, donde la libra cerró a US$3,519 el viernes, un 1,6% más que una semana atrás.
Esto se debe a que la huelga, de concertarse, no pasará inadvertida en los mercados mundiales.
La empresa produce unos 1,3 millones de toneladas de cobre al año, o lo que es lo mismo, un 24,5% de la producción de "oro rojo" de Chile y un 16,3% del volumen que se transa a nivel mundial.
Una huelga podría imprimir mayor presión alcista al precio del cobre, al reducirse la oferta del metal rojo en los mercados mundiales.
El lado oscuro del cobre
Por el momento, se puede afirmar que la economía chilena vive una fiesta gracias a la fiebre del "oro rojo" en los mercados internacionales.
Sin embargo, esta algarabía también tiene su lado oscuro. Y es el efecto del ingreso de grandes volúmenes de divisas obtenidos de las exportaciones de materias primas, fundamentalmente cobre y molibdeno, y que se conoce como enfermedad holandesa o ausencia de tipo de cambio competitivo.
Es decir, una presión a la baja en el valor del dólar -o apreciación del peso chileno-, que afecta los ingresos de los exportadores de otras actividades productivas, más que nada, de vinos, uvas, salmón, madera y otros productos agrícolas, debido a que sus productos resultan más caros o menos competitivos a nivel mundial.
Se puede prever entonces que la fiesta durará hasta que el precio del cobre vuelva a sus valores normales o hasta el momento en que los sectores productivos no puedan soportar más la caída del tipo de cambio, a menos que el gobierno decida imponer medidas más drásticas para evitar que el dólar siga bajando.
La duración de la "resaca" dependerá de la capacidad del gobierno chileno para fortalecer la capacidad productiva del país y reducir la dependencia de la economía a las exportaciones de cobre.
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