Tuvo que pasarlo mal mucho tiempo antes de poder reencontrarse con la felicidad y poder extender esa alegre sonrisa que le llena el rostro y con la que derriba todas las barreras.
Catherine Fulop, la actriz venezolana y modelo exitosa, no vivió un cuento de princesa en su primera relación amorosa, y, para sorpresa de los hombres y mujeres, su primer matrimonio estuvo cruzado por la infidelidad permanente.
A mediados de los años 80, cuando era lanzada al estrellato con su papel de Abigail, Catherine se enamoró tanto en la pantalla como en la vida real de su coprotagonista, el estupendo Fernando Carrillo.
Empujados por el medio y la publicidad que daba esta relación, los dos se convirtieron en la pareja del momento y se embarcaron en un matrimonio, en septiembre de 1990, que terminó siendo una verdadera teleserie.
A los 24 años, con fama y fortuna, Catherine se ilusiona con su enlace, pero como ella misma ha narrado- todo se acabó la misma noche de su boda por el civil. Quizás, cegado por el arrastre que generaba en las mujeres, Fernando Carrillo no controló sus impulsos y comenzó a ceder a las tentaciones desde un principio.
"Nos habría ido mejor como amigos", dice la actriz.
Fue el mismo Carrillo quien le confesó sus andanzas, pensando que ella también le era infiel, y le prometió que cambiaría, pero ello no ocurrió. Entre flashes y glamour, entre viajes por el mundo y entrevistas, ambos mantuvieron la relación con todos los tropiezos. La actriz ha confesado que lo pasaban bien juntos, pero igual subyacía un drama: ella caía en su autoestima.
Y de hecho, mientras ella trabajaba, él viajaba a Ibiza y otras partes del planeta disfrutando del dinero que habían hecho juntos. Quizás las expectativas de la gente los empujó a alargar la relación más de lo debido, que arrastraron hasta 1994.
En esa fecha, en un viaje a Argentina, la Fulop conoce a un actor buenmozo, pero por sobre todo, centrado, Osvaldo Sabatini, hermano de la ex tenista.
Ese momento provocó un quiebre en la actriz, quien volvió a Caracas y dio por terminada su relación. "Mi matrimonio era un muerto que estábamos velando y nada podía reanimarlo", ha dicho. El mismo año obtuvo el divorcio.
Decidida, se la jugó por Sabatini y consiguió que una amiga le armara una suerte de cita a ciegas que resultó un éxito: en 1998 se casaron en Buenos Aires y ella, incluso, consiguió la nulidad religiosa de su primer matrimonio.
Las cosas parecieron enrolarse en su vida; nacieron las pequeñas Oriana (12) y Tiziana (9) y ella se dedicó en cuerpo y alma a ellas. Obsesionada por ser una buena madre, se descuido y su cuerpo empezó a perder sus atractivas curvas.
La crisis se produjo en la comezón del séptimo año. Se separó de su marido, a quien llama cariñosamente Ova, por dos meses, porque de cierta forma sintió que él no la ayudaba a recuperar su antigua vida.
Catherine Fulop, sin embargo, es una mujer de armas tomar. Trabajó, su marido se sicoanalizó y lograron revivir la pasión y el buen matrimonio. Ella, incluso, recuperó su estupenda facha que mantiene con mucho ejercicio físico y la ayuda de la medicina orthomolecular que le ha posibilitado hacerse celuloterapia (inyección de las propias células en las partes flácidas).
Arriba de su carrera de nuevo, está dispuesta a trabajar porque su marido la apoya, pero no quiere alejarse por mucho tiempo de su familia. Y confiesa que la atracción sexual entre ambos, los mantiene activos y seducidos.