Richard García Más de 2 mil personas repletaron ayer el salón principal del centro de eventos CasaPiedra durante la primera jornada del seminario El Legado Intelectual de Darwin en el Siglo XXI, organizado por la Fundación Ciencia y Evolución.
Los asistentes que no alcanzaron a conseguir ubicación se sentaron en el piso para seguir la conferencia. Incluso, algunos prefirieron escuchar afuera del salón, donde una serie de pantallas repetían la transmisión, pero con traducción simultánea. Además, y a pesar de la lluvia, una pantalla gigante se desplegó en las afueras de CasaPiedra.
En el público se confundían empresarios como Hernán Büchi, científicos como Juan Asenjo y políticos como la ministra de Bienes Nacionales, Rommy Schmidt. Pero lo que más llamó la atención fue la gran cantidad de jóvenes presentes.
Luego de la introducción del presidente de la fundación, Álvaro Fischer, tomó la palabra Daniel Dennet, doctor en filosofía formado en Harvard y Oxford. Con una copiosa barba blanca y su prominente calva, fue como si el mismo Darwin hubiera regresado a Chile después de 170 años. Dennet se refirió a la "peligrosa idea de Darwin": de como los animales más primitivos, como las bacterias, realizan funciones que no están en condiciones de entender, y eso se repite a lo largo de la cadena evolutiva. Se trata de "competencias" (capacidades) que no son comprendidas por quienes las ejecutan. Esa construcción ciega de capacidades logró generar a los seres humanos, que intentan comprender sus propias competencias. "Somos los únicos que intentamos hacerlo, pero eso no significa que requiramos comprenderlas para tenerlas".
Para entender la rabia
¿Y por qué una idea peligrosa? Ante una pregunta fue más explícito. Haciendo un símil con comenzar a manejar a la derecha en un país en el que se hace por la izquierda, explicó que si el hecho es informado con tiempo no es tanto el problema, pero si se hace de un momento a otro, es peligroso. Eso, dijo, pasó con las ideas de Darwin; entraron en colisión con lo conocido.
La psicóloga Leda Cosmides y su marido John Tooby -ambos de la U. de California Santa Barbara- mostraron parte de su trabajo sobre la evolución de la cooperación entre los humanos. Ella se refirió a la necesidad de comprender los mecanismos y programas (instintos) detrás de esas capacidades para poder proponer políticas públicas que funcionen. Mientras que Tooby mostró cómo los modelos sobre la emoción del enojo, que ellos han desarrollado, se pueden extender a grupos sociales para comprender, por ejemplo, la rabia colectiva que en el mundo musulmán provocaron las caricaturas danesas.
El psicólogo Steven Pinker habló de la evolución del lenguaje como un instinto, que junto con la capacidad para la reciprocidad y la tecnología, lograron potenciarse mutuamente. Y luego explicó las razones del lenguaje indirecto, como aquel usado en el soborno y las insinuaciones sexuales.
Finalmente, el zoólogo Matt Ridley se refirió al aporte del intercambio en el desarrollo de la cultura humana, que calificó de análogo al que tuvo el sexo para la evolución biológica, la recombinación genética en biología y la suma de ideas, herramientas y tecnologías en la economía.
''Toda relación social mezcla la cooperación y el conflicto. No existe la cooperación pura".
STEVEN PINKER
PSICÓLOGO COGNITIVO, U. DE HARVARD
''La rabia es un instinto, abre la negociación para un mejor trato por parte del otro. Esta negociación puede infligir un costo (la agresión) para obtener un beneficio".
JOHN TOOBY
ANTROPÓLOGO, U. CALIFORNIA SANTA BARBARA
''Nadie sabe cómo hacer un lápiz, ni siquiera el presidente de la compañía que lo fabrica. Es un producto, como todos los objetos culturales, de la inteligencia colectiva.
MATTHEW RIDLEY
DOCTOR EN ZOOLOGÍA, U. DE OXFORD Y DIVULGADOR CIENTÍFICO
