Ser mártir ya pasó de moda / En consulta con Álex
Por: ALEXANDRA PUMAREJO |
4:04 p.m. | 03 de Septiembre del 2013
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¿Estarían de acuerdo conmigo en que a muchas mujeres nos encanta ser mártires? ¿Quién no les ha dicho a sus hijos: "después de todo lo que me he sacrificado por ti, mira cómo me contestas"? Cuántas no le han reclamado a su pareja: "yo que dejé todos mis sueños a un lado para seguirte en la vida y ahora ni me volteas a mirar". O las que les resaltan a sus amigas: "yo he trabajado toda la vida y nunca me he dado ni un gusto, por dárselo todo a mi familia".
¿Será que pensamos que en el cielo nos van a dar un trofeo que diga "Para la más cansada, aburrida y sacrificada"? Cuando nos quejamos por todo lo que hemos dejado, sacrificado y sufrido, ¿qué es lo que esperamos que pase, que todos se boten a darnos besos y abrazos y griten 'gracias, eres la más fantástica mamá, esposa, amante, amiga del planeta' "? Les pregunto, ¿será que simplemente nos quejamos para sentirnos importantes e indispensables?
Hace unos años me estaba 'quejando' con una amiga sicóloga porque consideraba que yo vivía en función de mi hijita, y que aun cuando lo hacía con todo el amor del caso, había una parte de mí que sentía que ella no apreciaba la 'supermamá' que tenía. Mi amiga me respondió con una verdad sin anestesia: "Lo único que estás buscando con su aprobación es que ella, una niña, valide tu vida o, peor aún, tu existencia. La trajiste al mundo y estás haciendo lo que debes hacer: ser una buena mamá. Ella no te ha pedido nada, la que está mal eres tú".
Me hizo pensar, ¿será que es más fácil victimizarnos ante la falta de agradecimiento y de oportunidades, que sentirnos fracasadas por no haber intentado buscar nuestra propia felicidad? ¿O será que preferimos vivir la vida a través de nuestras parejas y nuestros hijos para no afrontar el reto de vivir la propia? Porque la realidad es que dudo de que nuestras parejas o nuestros hijos nos pidan que nos sacrifiquemos por ellos. Los niños no vienen al mundo para chuparnos la sangre como vampiros y una buena pareja jamás nos pediría que dejemos de ser personas para que ella lo sea.
Ser mamá y esposa no puede ser una excusa para dejar de lado el ser plenas en lo que decidamos hacer. Hay infinidad de mujeres que saben que la armonía de sus hogares no depende de que la comida sea perfecta, ni que los uniformes estén bien planchados, sino que depende de que ellas sean felices con ellas mismas y las decisiones que han tomado.
Si dejamos de lado nuestras ilusiones y nuestras propias realizaciones para que todo el mundo, menos nosotras, seamos felices, que sea por decisión propia. No culpemos a nadie ni mucho menos quedémonos esperando calcomanías de caritas felices al final de cada día. La verdad, ser mártir ya pasó de moda.
ALEXANDRA PUMAREJO
Saludos
Rodrigo González Fernández
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