zidaneargentina.jpgA pesar de la situación excepcional que vive Argentina por el espectacular aumento de los precios de los alimentos en el mercado mundial, el país se encuentra sumido en una crisis profunda por el enfrentamiento entre el gobierno y el Campo, sin una salida visible a corto plazo. Argentina se hunde en una crisis innecesaria, dice el autor, y pierde una oportunidad única.


(Desde La Plata) ES CON ESTE TÍTULO que un periódico local argentino describió la caótica situación que vive el país en estos días. Después de más de tres meses del conflicto Gobierno-Campo –originado por la decisión de la presidente Cristina Fernández de Kirchner de subir las retenciones a la venta de soja de 35 por ciento a una tasa variable que podría rebasar el 50 por ciento–, la problemática argentina parece complicarse cada día más. Ello, a pesar de los escasos gestos que se han dado como la decisión por parte del gobierno de autorizar la venta de un millón de toneladas de trigo.

Néstor Kirchner acusó degolpistas a los productores agrarios por su oposición al aumento de las retenciones, lo que contribuye a enrarecer la atmósfera política

El paro agrario está creando una situación catastrófica en el campo con 4 millones de litros de leche que diariamente se tiran a los ríos, la falta de alimento para el ganado, inclusive la necesidad de los pollos de comerse entre sí por la ausencia de grano, etc. Frente a esta situación, los mismos autotransportistas decidieron también bloquear las carreteras por la falta de la carga agrícola, lo que conlleva a un desabastecimiento de casi 35 por ciento de los alimentos básicos como carne, pastas, arroz, etc. en los supermercados.

NOSTALGIAS AUTORITARIAS

A todo esto se suma el aumento del petróleo y la escasez de carburantes que se hace sentir en varias partes del país con las largas filas en las gasolineras. Debido a la tensa situación en el país, es común oír a chóferes de taxi o meseros que solamente con el regreso de los militares se puede poner fin al caos que impera en el país. Inclusive, para muchos taxistas, la democracia no llevó nada positivo, sino conflictos permanentes y ni siquiera ha habido obras relevantes de infraestructura, mientras que durante la dictadura, los militares lograron crear una importante infraestructura. Estas declaraciones nostálgicas hacia la dictadura militar, podrían ir creando un clima favorable a una nueva intervención castrense en la vida política argentina.

"La crisis actual parece no tener una salida a corto plazo"

Sin embargo, a pesar de esta nostalgia del orden militar, es prácticamente imposible un regreso del ejército al poder. En la década de los años noventa, Carlos Menem, aprovechando su fuerte liderazgo, diezmó al ejército, convirtiéndolo en una fuerza casi simbólica.

EN UN CALLEJON SIN SALIDA

La crisis actual parece no tener una salida a corto plazo. Por un lado, la posición de las 4 agrupaciones rurales (la Sociedad Rural Argentina la más poderosa, la Federación Agraria Argentina, CONINAGRO y CARBAP) decidieron endurecer su oposición al gobierno después del arresto de varios piqueteros por parte del gobierno para doblegar al paro rural, el 14 de junio pasado y sobre todo después de la masiva concentración en Rosario el 25 de mayo, que demostró el fuerte apoyo al movimiento agrario que existe en el país. En efecto, la manifestación convocada por las asociaciones rurales logró reunir a 300 mil personas, mientras que en el acto oficial hubo unas 50 mil en la provincia de Salta.

Por su parte, el líder del justicialismo, Néstor Kirchner acusó de golpistas a los productores agrarios por su oposición al aumento de las retenciones, lo que contribuye a enrarecer la atmósfera política.

MEDIDAS EQUIVOCADAS

El conflicto inició el 11 de marzo pasado cuando el gobierno argentino buscó aprovechar los altos precios de los granos en el mercado internacional, incrementando las retenciones a más de 50 por ciento para la soja según el precio internacional. Sin embargo, la decisión de la presidente argentina al crear una tasa más alta de retenciones y no de impuestos, le permite extraer un excedente al agro que se queda en manos del ejecutivo. En efecto, solamente los impuestos son repartidos a razón de 60 por ciento para el gobierno federal y 40 por ciento para las provincias, pero las retenciones son un pago extraordinario solamente para las arcas del poder central, sin ni siquiera la autorización del Congreso argentino.

Por otra parte, la medida que buscó aprovechar los altos precios de los alimentos a nivel mundial, se tomó sin considerar a los pequeños propietarios. Si la idea de extraer parte de la plusvalía para invertirla en obras sociales es aceptable, la manera como se llevó a cabo fue errónea, conllevando a todos los productores a unirse frente al poder ejecutivo, lo que es un hecho único en el país.

Generalmente existen profundas divisiones entre las principales agrupaciones agrarias por un lado y entre grandes y pequeños productores por el otro, además de la rivalidad entre ganaderos y agroproductores.

SIN CONTRAPESO POLÍTICO

A pesar de que varios productores están recurriendo a la Corte Suprema para luchar contra la inconstitucionalidad de la medida, la ausencia de contrapeso en Argentina al poder central, le permite a la presidenta pasar por encima de todos los órganos nacionales.

Desde la administración de Menem y sobre todo de la de Kirchner, la democracia argentina se convirtió en una fachada. El ex presidente retiró varias facultades al Congreso aprovechando su aplastante mayoría, lo que le permitió tomar decisiones son consultar al poder legislativo. Con la imposición de varios jueces, el poder judicial también se sometió al ejecutivo. Inclusive, el otrora oposición, el Partido Radical, quedó desarticulado a tal punto que Cristina optó por ofrecer al líder radical el cargo de vice-presidente. De esta manera, quedó un solo partido en el país, el justicialismo, con diversas tendencias en su seno. La oposición se limita a pequeños partidos sin peso real. Solamente algunas figuras han logrado tener una presencia como es el caso de gobernador de la capital federal, Macri, o los hermanos Rodríguez Saá, verdaderos caciques en San Luis.

PERDIENDO UNA (NUEVA) OPORTUNIDAD

El propio federalismo argentino fue seriamente dañado. Durante su gestión, Carlos Menem reformó la constitución para descentralizar las actividades administrativas permitiendo inclusive en los artículos 114 y 115, la posibilidad a las provincias de tener acuerdos internacionales, a condición de no ir contra el poder central. Además, transfirió las cuestiones educativas, de seguridad y hospitalarias a los poderes regionales, sin otorgarles los fondos vinculados con estas actividades. Sin embargo, estas decisiones no fueron respaldadas por una reforma financiera. El gobierno central monopoliza el 60 por ciento de las recaudaciones, además de las retenciones extraordinarias como en el caso de los alimentos, y redistribuye de manera arbitraria los fondos, lo que le permite tener el control del proceso político nacional.

Así, a pesar de una situación excepcional para Argentina debido al aumento de los precios de los alimentos en el mercado mundial, el país no puede aprovechar esta favorable coyuntura y puede perder una oportunidad única, además de hundir el país en una crisis innecesaria.