Por Sebastián Aguiar | ||
11.05.2011 | ||
1. punto de partida Bamako es una ciudad a orillas del río Níger, asentada en una planicie donde todo parece amarillo. Es una urbe caótica, llena de polvo, pobreza, colores y motocicletas chinas. Podrá aturdir al visitante, pero es posiblemente la capital más representativa del imaginario occidental del África urbana y, desde luego, una experiencia única. Llamamos la atención: somos los únicos blancos, caminando sin rumbo fijo y con los ojos bien abiertos, sorprendidos. Se respira una cordial simpatía. 2. cruce de culturas Punto neurálgico del África occidental, Malí es un país que oficia de puente, conectando el mundo árabe del norte con las naciones del centro y el este. Esta situación intermedia provocó que la zona fuera sede de dominaciones sucesivas que dejaron un ensamble (*) pacífico en el que conviven etnias diversas. Del Sahara proviene la influencia tuareg, del sureste la herencia bambara, en torno al río Niger marcan presencia los agricultores shongai y los pescadores bozo, en el sur los dogones, y por todo el territorio pero particularmente en el centro, los pastores peul. Cada una de estas poblaciones tiene su lengua, su cultura, y también, como no, su música. 3. caminos de malí La principal carretera del país, paralela al río, atraviesa varios pueblos y asentamientos en la ruta a Tombuctú. Merece la pena detenerse en dos ciudades gemelas, la pequeña y tranquila Segou y la más ajetreada Mopti, con grandes mercados llenos de pescados y las más diversas mercancías en torno a puertos fluviales con omnipresentes pinasses -las piraguas típicas- y tranquilas costaneras que permiten observar alucinantes atardeceres en el río, donde todo es amarillo y naranja. Otro desvío ineludible es Djenee, declarada Patrimonio de la Humanidad. Este asentamiento conserva construcciones en barro, y está coronada por una imponente mezquita, la más grande del mundo en dicho material. 4. país dogón Al sur de Mali se encuentra su principal atractivo turístico, el espectacular país Dogón, un conjunto de asentamientos sobre el acantilado de Brandiagara llenos de historias míticas, tradiciones y costumbres de desafiante intensidad. Las máscaras, los rituales, el animismo, la adivinación, los cocodrilos, las puertas y ventanas decoradas en peculiares construcciones que escalan hasta alturas inasequibles en el precipicio. Todo en un entorno natural surrealista, con bosques de baobabs, planicies negras y montañas de formas caprichosas, lo vuelven uno de los lugares más atractivos del mundo. 5. llegando a tombuctú Las todo terreno o los camellos son los únicos medios de transporte para llegar a Tombuctú, una ciudad inexpugnable, uno de los lugares más misteriosos de la Humanidad. El viaje en la actualidad es más sencillo, pero continúa siendo magnífico. La furgoneta permite observar cadenas montañosas de extrañas formas, baobabs erguidos en mitad de la tierra yerma, y antes de llegar, la magia de que la carretera se transforme en la única vía que atraviesa las aguas del Níger. La etapa final es en ferry, unos veinte minutos que suelen tener lugar al atardecer, de modo que el horizonte se tiñe de amarillo y olor dulzón. 6. el festival El ambiente es perfecto, seductor y lleno de riqueza multicultural. A razón de siete bandas por día, los conciertos son una oportunidad única para acercarse a la música de Mali y de los países limítrofes. Hay también algunos artistas internacionales en el programa. En el sur del Sahara, entre las dunas, todo se vuelve mágico y a la música se le suma una bizarra carrera de camellos y la constante presencia de vendedores de joyería tuareg. 7. estrellas de mali La música de Mali resulta absorbente. Recomiendo empezar con el venerado Alí Farka Touré, con sus temas instrumentales, simples y cercanos, que recuerdan al blues y le aportan percusiones hipnóticas. Después puede continuarse con otros guitarristas clásicos como Boubacar Traoré, o más contemporáneos, como Habib Koité. La ruta puede desviarse hacia el desierto, con Tiraniwen, o la ascendente y climática Etran Finatawa. 8. bassekou kouyaté El concierto de Bassekou Kouyaté fue maravilloso, música tradicional griot que supera en fuerza al rock, en trance a la electrónica y en virtuosismo al flamenco o al jazz. La tradición griot, una de las más interesantes del país, se manifiesta a través de generaciones de músicos, legados de siglos de antigüedad, que transmiten historias familiares de los grandes linajes, acompañándolos en un rol de trovadores ancestrales. 9. las dos caras Hay mucha pobreza y pocos medios en esta joven nación de diez veces el tamaño de Uruguay, con doce millones de habitantes, amenazada por un proceso de desertificación, acusada de ser sede de Al Qaeda del Magreb y con sus recursos naturales monopolizados por empresas extranjeras. Pero pocos lugares son tan tranquilos, amigables y sorprendentes de visitar, en particular, por la absoluta calidez de las personas. (*) Ensamble es una de las palabras favoritas de los malíes, junto a la expresión ne a pas de probl�me (no hay problema). |
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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