Otro tapabocas
Los que aún no aceptan el salto enorme, el paso gigantesco, el vuelco evidente que ha ocurrido en Chile desde que Bielsa manda el buque, dirán que Perú era un equipito, que tuvimos suerte, que la defensa se vio mal parada o que los delanteros aún se pierden muchos goles.
Qué diablos. A esos ya los perdimos. Aunque al terminar las clasificatorias Chile esté primero, siempre van a encontrar algo. Un detallito, una trizadura, una carencia. De hecho, conozco a varios que están rezando para que perdamos el miércoles. Entre otras cosas porque no les va a ser fácil, esta vez, la vuelta de carnero: son varios los que se la jugaron desde el principio por hacer pebre a Bielsa, por ningunear su trabajo, por asegurar que no había nada nuevo en la apuesta del argentino. La lista de zancadillas ha sido larga. Y lo seguirá siendo.
Esos ignaros completos, y los que quieren ver al fútbol sólo como un jueguito, como una suma de casualidades y de intuiciones más que el resultado de la mecanización y el análisis permanente, hoy lo están pasando mal. Les cuesta explicar por qué Chile le ganó por primera vez a Argentina en Santiago, por qué estamos segundos en la tabla, por qué ya van tres triunfos como visitante, por qué bailamos a Perú en Lima. Les cuesta entender qué es lo que cambió para que ahora todo el mundo hable del "fenómeno chileno".
Les resulta muy difícil explicarlo porque nunca confiaron en este proceso. No quieren reconocer que lo que le faltaba a Chile, tal como se pispó a tiempo en la ANFP, era disciplina, estudio, trabajo. Y ya en la cancha, velocidad y valentía. Aristas bien aceitadas que a estas alturas, más allá de los resultados, ya son una marca de fábrica de la revolución de Bielsa. De esa notoria revolución que ya lleva casi dos años. Pregunte afuera, que siempre es un mejor parámetro.
¿Jugamos igual que antes? No. Hasta más lindo se juega. En cualquier cancha y ante cualquier rival. ¿Corremos igual que antes? No, muchísimo más. Este es un equipo bien trabajado, de esfuerzo continuo, difícil de "aguantar". ¿Vale lo mismo este Chile que el de hace dos años? No pues, mucho más. De hecho hoy se paga el triple por nosotros en el mercado internacional.
Es cierto que Perú estaba mal (por algo va último en la tabla). Pero anda a ganar a Lima como ganó Chile el domingo. Atacando siempre, manejando el partido, haciendo tres goles que pudieron ser seis. Dos de ellos -el primero y el tercero- producto del trabajo en Pinto Durán, del ensayo en la cancha, la pizarra y el computador. Anda y gana sin tácticas del murciélago, sin arqueros héroes, sin cuevazos, sin un veintiúnico contragolpe o un tiro libre fortuito. Con solidez total, de esa que da orgullo. ¿Estaba mal Perú? Sí, pero anda y báilalos con 50 mil personas en contra, con un ambiente caliente, con la rivalidad histórica en la punta de los labios, con un momento político más que complejo. No es tan fácil. Una cosa es ser favorito y otra demostrarlo. Por algo ni Argentina, ni Brasil, ni Paraguay lo consiguieron.
Lo del domingo es una nueva señal, otra más, de que aquí mismo, ante nuestros ojos, la historia está cambiando. Tanto así que clasificar al Mundial, más que un objetivo de corto plazo que luego no deja nada, por primera vez se ha convertido en parte de un plan mayor. Un asunto secundario, anexo. Casi periférico. Lo verdaderamente importante es la apuesta que hizo la ANFP para limpiar la casa, para modernizarla, para darle otro pelo. Apuesta que, en menor tiempo del pensado, ya está dando sus frutos. ¿Y si perdemos con Uruguay? Da lo mismo. Ve que no entendió nada. En todo caso, la pregunta es otra: ¿y si ganamos otra vez?
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU