BP no sólo descuida explotación de recursos, además tiene desprotegidos a sus empleados y jubilados
Si bien la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, frente a las costas de Luisiana, está en el origen de este desastre ecológico y económico sin precedente, la misma pone también en evidencia las sorprendentes carencias políticas en la administración de las tres grandes empresas petroleras, incluida British Petroleum (BP).
Heredera de las firmas estadunidenses Arco y Amoco y de la Anglo-Iranian Oil Company fundada en 1908, la historia de British Petroleum se confunde con la del auge del petróleo como fuente de energía vital para nuestras economías. En 2007, sus ganancias fueron de 220 mil millones de euros, es decir el equivalente del producto bruto interno (PIB) de Polonia, situada en el lugar 24 de las potencias mundiales.
Luisiana, ques es el estado 24 de la Unión Americana en términos de riqueza, tiene un presupuesto dos veces inferior, o sea 130 mil millones de euros, aunque la cuarta parte de esa cifra se debe a las subvenciones aportadas por BP. Ella explota 7% del petróleo mundial y 40% de las reservas de EU en el Golfo de México y en Alaska. El trabajo de sus 80 mil operarios reportó un beneficio de 16 mil millones de euros en 2007.Esto es lo que significa concretamente el poderío de una gran compañía mundial: un presupuesto que sobrepasa ampliamente el de la mayoría de los Estados, el control de las capacidades de producción indispensables para la supervivencia económica de nuestras sociedades, y los beneficios que las colocan en una situación de fuerza para asegurar las inversiones.
El capital de BP está diluido en el público y repartido entre más de un millón de accionistas, de los cuales 21% son pequeños ahorristas y 79% a fondos de pensión o de inversión. Efecto colateral importante, la evolución de su título y de sus beneficios afecta por tanto las colocaciones de miles de personas. Es una segunda consecuencia de la fuerza de las grandes empresas mundiales: se han vuelto ineludibles para asegurar la remuneración del ahorro de las familias y las pensiones.
Teniendo en cuenta esto, ¿cómo es manejado este gigante mundial? Ni los empleados, ni los jubilados, ni los clientes están representados en la administración. Ahí tampoco hay ningún administrador encargado de defender los intereses de los Estados en los cuales BP opera. De los trece administradores, con son dirigentes de BP, los demás son representantes externos de los cuales dos de ellos provienen del sector petrolero, dos de la industria, uno de una gran consultora y tres de las finanzas.
Así, BP está gobernada por un puñado de especialistas empresariales. Todo transcurre como si las decisiones tomadas en el consejo de administración fueran puramente gestionarias y que la organización de su control esté compartimentada ante los intereses políticos de las numerosas partes que componen la firma. Pero los millones de barriles de petróleo que se derraman en las costas del Golfo de México y los miles de millones de dólares que serán destinados a reparar los daños muestran que este hermetismo era una ficción.
Fuente: Milenio; Fronteras, p. 38
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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