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domingo, octubre 22, 2006

cartas sobre el muro de Berlin, espectacular con la BBC

Cartas sobre el muro
Sergio Correa
Sergio Correa
BBC Mundo, Berlín

Cartas de Berlín Este a Oeste
Un total de 2.000 empleados se dedicaban a abrir las cartas.
Para celebrar los 17 años de la caída del muro de Berlín, los alemanes pueden ver por primera vez los rastros de las dificultosas comunicaciones entre las dos Alemanias a través de sus cartas.

La exposición "Cartas del otro lado" se realiza en el Museo de la Comunicación de Berlín.

Todavía hoy se puede ver al lado de las puertas de muchos apartamentos berlineses un lápiz colgado de su marco con una serie de pequeños papelitos para escribir.

En la Alemania Oriental habían tan pocos teléfonos que siempre era una aventura decidir visitar sin aviso a amigos o novias. El consuelo de una visita fracasada era escribir algo en esos papelitos.

En la Alemania Oriental el único medio de comunicación efectivo dentro y fuera del país era el correo. Pero en un sistema como el de la Alemania comunista, la comunicación entre sus habitantes y entre ellos y los extranjeros era vista también como una posible amenaza.

Vigilantes kafkianos

Cuesta trabajo imaginarse la revisión del correo de la Alemania Oriental.Un total de 2.000 empleados trabajando kafkianamente todos los días del año, abrían diariamente 90.000 sobres, leyéndolos escrupulosamente para buscar conspiraciones, amenazas, desviaciones.

Aparato para abrir cartas
Con aparatos como éste, los funcionarios abrían las cartas.
Aparatos para hacer traslúcidas las cartas , otros para abrirlas y cerrarlas sin dejar rastro son parte del inventario de métodos que la Stasi -la policía secreta de la República Democrática Alemana- usaba para espiar la correspondencia.

Pero todos sabían o sospechaban al menos la censura.

"Entre los amigos de Alemania Occidental se ponían entre paréntesis los temas políticos; se argumentaba que era la única forma de evitar conflictos y hacer posible que siguiera el contacto a través de cartas" comenta una de las curadoras de la exposición, Silvia Fischer.

La caza de los críticos

Una de las víctimas de esa censura fue Rudolph Winkler, un tranquilo y apolítico procurista de Magdeburgo que en 1961 comenzó a escribir cartas anónimas de protesta contra las tergiversaciones de la información a varios diarios de la Alemania Oriental.

Cartero en la frontera
En Alemania Oriental el único medio de comunicación efectivo era el correo.
Cuatro años después, luego de 14 cartas y una municiosa persecución, la Stasi dió con Winkler y el gobierno de la RDA lo condenó a cuatro años de cárcel por " propaganda antiestatal".

De todas maneras se pueden leer cartas con vehementes críticas al sistema de la RDA, otras que advierten los peligros de tales críticas, cartas obligatoriamente banales y otras que tras su resignación susurran historias trágicas, como ésta de una niña en Berlín Oriental a su madre en Berlín Occidental:

"Berlín, 14 de Octubre, 1965

Querida mamá: una compañera de mi clase viajará a la casa de sus padres al otro lado del muro ¿Podría pasar a visitarlos a ustedes? Le daría algunas flores para tí o algo parecido. Tu hija que te extraña. Angela."

Hay también cartas de amantes que se enamoraron luego de una visita de uno de ellos a Berlín Oriental. Caminar de la casa de uno a otro habría insumido algunos minutos, con el muro de por medio la dificultad de encontrarse parecía aún mayor a la de vivir en dos continentes distintos.

Los paquetes amarillos

Había sin embargo un envío de correos que alegraba a todos, los "paquetes amarillos", que mandaban los habitantes de Alemania Occidental a sus parientes, amigos y hasta a desconocidos de la Alemania Oriental.

Carta interceptada
Las cartas eran interceptadas para buscar conspiraciones.
Los paquetes estaban llenos de productos inalcanzables para los habitantes de la RDA , me cuenta Wiebke, que pasó su infancia en Berlín Oriental:

"Siempre era como un evento especial cuando llegaba uno de esos paquetes amarillos. Mis papás esperaban hasta que se juntara toda la familia en la mesa para abrirlos todos juntos: mi papá, mi mamá, mi hermano y yo. Adentro venían chocolates, café, jabones, champiñones en lata o piña en lata, cosas que no había en la RDA y que considerábamos un lujo".

Hoy, poco después de celebrarse los 17 años de la caída del muro, muchas familias y enamorados pudieron reencontrarse, pero para otros fue demasiado tarde. Angela, la pequeña que fue separada de su madre, nunca la volvió a ver.

 

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