| EL DEBATE/POR ALFONSO CABALEIRO | |
| Hasta en las audiencias televisivas ganó Alberto Núñez el debate. Su éxito radicó en romper la monotonía de otros dos discursos previsibles:el de un Presidente prosaico alardeando de magnitudes "macro" y "micro", y el de un Vicepresidente que cada vez disimula menos una imagen y un discurso fingido y postizo. En medio de los tres, una Presidenta del Parlamento que cada día demuestra lo poco apta que es para el cargo. Si ya nos sorprendiera con su capacidad de insultar a la oposición, ahora todos pudimos ver que carece de flexibilidad y de mano izquierda. El propósito de Touriño estaba claro: protagonizar los titulares periodísticos con su oferta de pacto. Esa oferta significaba también tapar la mala gestión realizada en crisis como la de los incendios. El discurso sonaba al estribillo de aquella canción, "olvidemos el pasado". Está clarísimo que tienen mala conciencia por lo sucedido en verano. Hubo también todo un ajuste de cuentas con el pasado fraguista, y un canto idílico del presente. Todo estaba mal y ahora es maravilloso. Todos cambiamos, pero los discursos de Quintana nos recuerdan aún más los métodos utilizados por algunos sectores del Bloque para hacer oposición. Aún suena a postizo, parece un actor que sigue las indicaciones de un director de escena convencido que se puede vivir de hacer trampas con las palabras. Estaba muy nervioso Quintana y secundó con más entusiasmo a Touriño, en el hacer un borrón y cuenta. Alberto Núñez fue el más brillante. Sin embargo le faltó pillería para torear el envite de Touriño en lo referente a los pactos, y le faltó orden en su exposición de datos y cifras. Fue excesivamente tecnócrata y poco político. Recalcó con éxito la descoordinación del bipartito. Respecto a lo primero, nadie puede negar que el gobierno de la Xunta es el de una coalición de partidos perdedores. Al nuevo Presidente del PP galaico se le conoce el pragmatismo y que sabe combatir el desaliento. Ojalá no se sienta incómodo consigo mismo, y quiera convencerse de que los tiempos difíciles deben suscitar ideas nuevas, muy por encima del seguimiento exhaustivo de los periódicos. El fin del debate sí que marca ya el comienzo real de la legislatura política. El Gobierno debe dejar de mirar al pasado, ser más respetuoso y elegante con el trabajo exhaustivo y honrado del anterior Presidente; ser más eficaz en el presente, y saber planificar el futuro. La oposición debe controlar, y debe construir para un mañana inmediato. Las municipales están a la vuelta de la esquina... |
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