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lunes, junio 16, 2008

BRASIL: Agroenergía puede ampliar producción de alimentos

BRASIL: Agroenergía puede ampliar producción de alimentos


Por Mario Osava
RÍO DE JANEIRO, 10 jun (IPS) - Las "verdades y mentiras" que se
confunden en la polémica sobre los agrocombustibles ignoran o
invierten ciertos efectos, como el hecho de que emplear soja para
hacer biodiésel no reduce la producción de alimentos, sino que la
incrementa, según especialistas.
Quien trata de aclarar la ecuación, destacando que no siempre hay
oposición entre la producción de alimentos y la agroenergía, es
Segundo Urquiaga, estudioso de la Empresa Brasileña de Investigación
Agropecuaria (Embrapa).

El aceite, que representa entre 18 y 20 por ciento de la soja, fue
siempre un "subproducto" que ha ganado ahora mayor valor por su
conversión en biodiésel, señala. El derivado principal de esa
leguminosa es la proteína, que constituye cerca de 40 por ciento y que
está concentrada en el afrecho, destinado sobre todo a la alimentación
del ganado.

Así, cuanto más aceite se destine a hacer combustible más se
incrementará, y en una proporción mayor, la producción de proteína
que, al final de la cadena, servirá a la alimentación humana, explica
Urquiaga a IPS.

Además, por su capacidad de fijar el nitrógeno del aire, la soja es un
cultivo ideal para recuperar pastizales degradados, en un sistema
integrado de siembra y ganadería, acota. La inoculación de bacterias
para potenciar esa capacidad de fijación del fertilizante es una
tecnología desarrollada por el centro de Agrobiología de la Embrapa,
donde trabaja Urquiaga.

Esa facultad fijadora, característica de las leguminosas, ya se
incorporó a algunas variedades de caña de azúcar, y hay posibilidad de
extenderla a alimentos cotidianos de la población brasileña, como el
arroz, el maíz y la mandioca, y de ampliarla en los frijoles, lo que
indica el "camino largo y prometedor" que debe recorrer la ciencia,
reconoce el experto.

La inversión en ciencia ofrece "los mejores retornos" y puede hallar
nuevas áreas agrícolas, como ocurrió con el Cerrado, la extensa sabana
que ocupa todo el centro de Brasil y que era considerada
"improductiva" hasta la década de 1970, recuerda.

Estos son aspectos olvidados en la distorsionada polémica sobre la
agroenergía, atropellada por la crisis mundial de los alimentos,
lamenta Urquiaga. La discusión tiende a incriminar de manera
simplista, a los biocombustibles, refinados de cultivos que también
sirven a la alimentación humana, pues les "roban" tierras cultivables,
sin admitir la posibilidad de sinergias, alega.

La respuesta brasileña, tanto del gobierno y como de los empresarios
del agronegocio, es que la existencia de al menos 50 millones de
hectáreas de pastizales degradados, cuya productividad podría
recuperarse, permite expandir los biocombustibles sin afectar los
alimentos ni las selvas amazónicas.

Se trata de un área equivalente a casi toda la que se destina hoy a la
producción de granos en este enorme país sudamericano, lo que
permitiría, en teoría, duplicarla.

El problema es que ese reaprovechamiento de los viejos pastizales no
se materializa hasta ahora de manera significativa, y la ganadería
sigue su marcha sobre la Amazonia, provocando deforestación, que es la
mayor fuente de gases de efecto invernadero en Brasil.

A los ambientalistas les preocupa el efecto dominó.

Los productores de etanol de caña azucarera, con mayor poder
económico, adquieren las mejores tierras desplazando los cultivos de
soja y de otros granos que, a su vez, empujan a la ganadería, menos
rentable y que necesita de grandes áreas, hacia tierras amazónicas más
baratas o inclusive gratuitas, en virtud de la posesión fraudulenta de
terrenos públicos.

Más grave es el "efecto exponencial", porque con una hectárea vendida
al cultivador de soja, el ganadero podrá comprar cinco hectáreas o más
de bosques a deforestar, comenta a IPS Sergio Guimarães, coordinador
del ambientalista Instituto Centro de Vida, que actúa en el
sudoccidental Mato Grosso, el estado que más soja produce en Brasil y
el que más deforesta la Amazonia.

Los biocombustibles han sido propuestos para mitigar el calentamiento
global, pues su quema emite menos gases invernadero que los derivados
de los hidrocarburos.

Pero perdieron la batalla por la opinión pública, responsabilizados
por parte de la crisis alimentaria y por daños ambientales y sociales,
como la deforestación amazónica y el trabajo en condiciones de
esclavitud en Brasil.

El gobierno brasileño parece haber logrado --al menos ante buena parte
de los gobernantes y autoridades presentes en la Cumbre Alimentaria
Mundial celebrada la semana pasada en Roma-- absolver a su etanol de
caña de azúcar, distinguiéndolo del similar producido en Estados
Unidos a partir de maíz y a costa de abultados subsidios.

La caña presenta una eficiencia energética muchas veces superior al
maíz, y el azúcar es hoy una excepción de bajos precios en el mercado
mundial, además de que Brasil exporta crecientes excedentes de granos
y de otros alimentos, pese a la gran expansión de su etanol en los
últimos años.

Pero cerca de 80 por ciento del biodiésel brasileño se hace de soja,
que plantan los grandes hacendados, aunque el gobierno ha concedido
estímulos a su producción a partir de otras oleaginosas, como el
ricino, el piñón botija, el girasol y algunas palmeras, que casi no se
consumen como alimentos y que contemplan el cultivo de pequeños
agricultores.

La soja y la caña preocupan por su papel en la seguridad alimentaria,
pues son plantaciones en tierras que podrían producir alimentos
populares, como el arroz y los frijoles, pero principalmente por
acaparar insumos y crédito, mientras la recuperación de los pastizales
degradados carece de estímulos, evalúa Adriano Campolina, director de
la organización no gubernamental internacional ActionAid en las
Américas.

De todas formas, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva,
debería estar promocionando, en lugar del etanol, "los programas
brasileños de mayor éxito, como el Hambre Cero, la Beca Familia y el
crédito a la agricultura familiar, que son un camino efectivo para
reducir el hambre", dijo Campolina a IPS. (FIN/2008)


CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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