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miércoles, junio 11, 2008

Vino y música en perfecta armonía

Vino y música en perfecta armonía
El vino y la música también se pueden combinar para regocijo del cuerpo y del espíritu. El maridaje entre vinos y estilos musicales está cada vez más de moda, tanto por lo que tiene de estrategia comercial como por ofrecer terrenos inexplorados para el disfrute.
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JOSÉ LUIS SOLANILLA. Zaragoza
La última moda en el mundo de la enología es el maridaje entre vino y música. Hasta hace bien poco, el sentido del oído era el único que no entraba en acción a la hora de degustar un buen vino. Como mucho, quienes gozan de un oído muy fino podían alcanzar a escuchar el revoloteo de las burbujas de los vinos espumosos en la copa. El ruido del descorche podría considerarse un apunte del estado del vino que hay en la botella. 

Como es bien sabido por quienes están más o menos al corriente del disfrute de los buenos caldos, la cata se inicia por la fase visual -en la que se valora la limpidez del líquido, el color y la intensidad de la capa, además del aspecto de las burbujas, si las hubiere- y prosigue por las fases olfativa y gustativa. En la segunda fase, la nariz entra en juego para testar la intensidad y la calidad de los aromas que emanan por la parte superior de la copa y en el cerebro se procesan todas las sensaciones olfativas para calibrar su complejidad, elegancia, finura y armonía. Cuando el vino entra en la boca, les toca el turno a los sentidos del gusto y del tacto, que son los que captan y procesan las sensaciones gustativas y de texturas que se extraen del caldo. 

Pues bien, de un tiempo a esta parte, los más inquietos especialistas en la cata de vinos están echando mano del sentido del oído para darle más alicientes al complejo universo de la cata y degustación. Se trata de maridar vinos con música con el fin de que todos los sentidos participen del momento sublime en que se puede convertir el acto de saborear un vino de esos irrepetibles. Pero, no hay por qué ocultarlo, esta nueva línea de maridaje puede servir para captar nuevos consumidores entre los jóvenes que acuden los fines de semana a bares y discotecas, y que en muy raras ocasiones piden vino de calidad para conversar con sus amigos o para mover el esqueleto. 

Desde folclore a rock


Los criterios para maridar el vino con la música pueden ser muy variados y contemplan tantas posibilidades como gustos y opciones personales. Así, un vino dulce envejecido en barrica durante varios años y elaborado con una variedad de un terruño determinado, por ejemplo un moscatel del Priorat, bien podría ser degustado durante un aperitivo en una plaza de un pueblo de Cataluña al ritmo de una sardana. 

Y si se trata de que una pandilla de chicos y chicas de veintipocos años disfruten de un cava rosado bien fresquito en un bar del centro de su ciudad, poco antes de ir a cenar, podrían brindar y beber mientras se mueven al ritmo de las últimas canciones de Amaral. 

Pero más allá de considerarlo un simple juego, algunos expertos creen que se puede llegar a momentos de placer todavía hoy bastante inexplorados si se conjugan bien lo que en el fondo es la expresión de dos actividades artísticas: la composición y ejecución musical, por un lado, y la elaboración, muchas veces artesanal, de un vino, en el que se concentran miles de años de tradición y de cultura, pues es una bebida que acompaña al hombre desde que nutrirse dejó de ser un mero acto biológico. 

Así lo piensa Rolf Bichsel, director internacional de la revista "Vinum", experto catador que antes fue músico de jazz, quien en la última edición de Vinoble, celebrada hace unos días en Jerez, dirigió una cata titulada "Dulzura musical", en la que se combinaron hasta ocho vinos diferentes con otras tantas piezas musicales. "Se dice que se puede comprender el vino a través de la música mejor que a través de la palabra. No sé si será del todo cierto, pero lo que está claro es que en el mundo del vino hay demasiadas palabras. Hablamos demasiado sobre el vino y bebemos demasiado poco", asegura Bichsel, quien cree que se puede atraer a muchos consumidores jóvenes al mundo del vino sin tanta liturgia, con menos peroratas y con más música. 

Experiencias en Aragón


Manolo Bona, que regenta el bar El Fútbol, en el barrio de Torrero de Zaragoza, y que es un incansable promotor del vino que se elabora en Aragón, ha organizado en su establecimiento varias sesiones de maridaje llamadas Vino&Rock. "Además de que se difunde la cultura y el consumo de vino responsable entre los jóvenes, creo que el sentido del oído también ayuda a saborear el vino", afirma Bona, quien pone el ejemplo de la experiencia desarrollada en su bar. "Hicimos una cata ciega de un vino tinto bastante astringente. Después, con una canción de Dire Straits, la gente volvió a tomar el mismo vino y creían que era otro diferente porque parecía que la música bajaba la sensación de la astrigencia en la boca", relata este experto catador. Hace unos años, en otros bares de Zaragoza se desarrollaron varias sesiones de lo que se llamó "Cooking Attack!", en las que se combinaban vinos, tapas y música. El éxito fue aplastante, lo que apoya a quienes creen que el buen vino entra mejor con música que con palabras.


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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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