El vino, la mujer y los jóvenes
El mundo del vino se plantea cada vez más competitivo y los empresarios deben conocer cuáles serán las tendencias de los mercados a largo plazo. También resulta importante ganar nuevos consumidores, y en ese esquema, resulta interesante lo que se está realizando en relación a los gustos de las mujeres y de los jóvenes.
Uno de los grandes desafíos a los que deben enfrentarse los bodegueros cuando planifican las acciones futuras pasa por conocer cuáles serán las exigencias y los favoritismos de los mercados a largo plazo. Sucede que desde el momento en que se decide la implantación de un nuevo viñedo hasta que el vino elaborado es puesto en la góndola pasan cuatro o cinco años, lapso en el cual se pueden producir cambios en cuanto a las decisiones de los consumidores.
Los ejemplos sobran y son claros y concretos. En el mercado nacional, hasta la década de los '90 existía un altísimo consumo per cápita, aspecto que llevaba a las bodegas a elaborar vinos priorizando la cantidad por sobre la calidad. Sin embargo, se produjo un cambio sustancial entre los consumidores, quienes, a medida que iban conociendo más sobre la degustación, comenzaron a exigir mayor calidad.
Y las bodegas también debieron cambiar sus objetivos, poniendo la mira en el comprador y modificando aquella tendencia a elaborar el producto que le gustaba al bodeguero para pensar esencialmente en el consumidor.
Más cerca en el tiempo se produjo un nuevo cambio. De aquellos vinos "gruesos" y "pesados" que ganaban las preferencias de la gente, se pasó a los vinos más livianos, aromáticos y de paladar más fino, porque comenzó a priorizarse la tendencia que señala que el vino se bebe para disfrutarlo y no como una simple bebida alcohólica.
A nivel internacional las tendencias también cambiaron. Durante años los vinos del "viejo mundo" vitivinícola, conformado por Francia, Italia y España, ganaron espacios en base a las denominaciones de origen. Pero se produjo un quiebre importante con la aparición del "nuevo mundo", que impulsó el consumo de los varietales, situación que favoreció también a la Argentina, que pudo incluir al malbec entre las preferencias de los consumidores.
En ese difícil mundo debió insertarse la vitivinicultura nacional y los espacios ganados fueron a base de esfuerzo, dedicación y a un cambio de mentalidad de los industriales, quienes, al decir de un experto inglés, dejaron de pensar "hacia adentro" para abrirse a lo que reclama el mundo.
Esos cambios a que hacemos alusión también alcanza a lo que en los últimos tiempos han aparecido como nuevos consumidores: las mujeres y los jóvenes.
Años atrás, las grandes cadenas de supermercados ingleses realizaron un estudio sobre las preferencias de los vinos y llegaron a la conclusión de que la mujer terminaba siendo la que elegía los productos en razón de que era quien concurría a realizar las compras. Esa situación había llevado a determinar que era muy probable que la tendencia del consumo se dirigiera hacia los vinos blancos, por ser más livianos y más frutados.
Sin embargo, a medida que las mujeres fueron conociendo más de la degustación, modificaron las preferencias hacia vinos más complejos, con más cuerpo y secos. En ese aspecto coincide una estudiosa del consumo en una reciente publicación.
Con relación a los jóvenes, es el público a ganar por todas las bebidas. Hacia ellos están dirigidas las publicidades de las gaseosas, las cervezas y algunas bebidas energizantes con una gran diferencia respecto del vino: los millones de pesos de inversión en marketing de aquellas -en la mayor parte de empresas multinacionales- genera que le resulte muy difícil competir al vino en ese rubro.
Aunque, en este caso, existe un margen interesante en favor de la vitivinicultura: todo público joven que se gane significará un consumidor asegurado en el futuro, situación que no se da en el resto de las bebidas.
Frente a esos aspectos señalados, resulta interesante el trabajo que está realizando la vitivinicultura en su conjunto, intentando conocer cómo se mueven y cuáles son las tendencias en los mercados a través de las consultas con consultoras especializadas y también los concursos dirigidos a jóvenes menores de 30 años, para medir el paladar y las preferencias de ese público en especial.
De la ratificación y profundización de esa tarea, del conocimiento de las tendencias del consumo y de la continuidad en el objetivo de priorizar la calidad dependen gran parte del futuro de la vitivinicultura para fortalecer lo muy bueno que ha concretado la industria en los últimos años.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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