El lenguaje del vino ha experimentado notorios cambios a lo largo del tiempo conforme se fueron modificando las conductas sociales y los hábitos de consumo. Hoy, una nueva generación de bebedores abre otra etapa en el modo de comunicar y entender la cultura enológica.
Con toda la carga de sentido común que vuelve irrefutables algunas sentencias, alguien dijo una vez que el vino estaba hecho para ser bebido y no para hablar sobre él. Sin embargo, más allá de la veracidad práctica que esconde tal aseveración, es igualmente notorio que la cosa nunca resulta así de sencilla. El vino es una bebida que produce placer, tal vez la más placentera de todas y, por eso, es imposible pretender que esa capacidad para colmar el paladar de gratas sensaciones no sea elogiada, comentada y transmitida por las personas. Después de todo, un buen vino es comparable a una buena pieza musical o una gran obra pictórica. Y si tanto se habla sobre música y pintura, ¿por qué no ha de hacerse lo mismo con el vino? Pero, una vez más, la simpleza de los conceptos básicos contrasta con la complejidad de una bebida tan variada. Hablar sobre vinos exige, entre otras cosas, tener la habilidad para expresar con palabras un sinnúmero de sensaciones abstractas y muchas veces subjetivas. Aquí, algunos tips para una buena conversación sobre vinos.
• El vino reúne a la gente. Resulta muy positivo acercarse a los que comparten el interés por el tema. Las cofradías, los grupos de degustación, los clubes o las simples reuniones de amigos son buenas alternativas para charlar sobre la más noble de las bebidas.
• Las discusiones y debates con otros aficionados siempre resultan útiles. Las ideas y los criterios ajenos deben ser respetados, aunque no coincidan con los propios puntos de vista.
• Nunca hay que aparentar saber más de lo que realmente se sabe. Siempre es preferible un conocimiento modesto y sólido a las posturas pretenciosas pero frágiles.
• Jamás se debe recurrir a la adivinación cuando se degustan vinos. Los catadores que, con apenas un sorbo, aciertan invariablemente el año de cosecha y la ubicación exacta del viñedo existen sólo en las películas.
• Las mejores opiniones sobre un vino son las que se expresan en pocos términos utilizando palabras sencillas, pero muy evocadoras, que transmitan bien la intención que se les quiere dar.
• En todo momento hay que ser fiel a uno mismo. No es bueno dejarse llevar por las modas o por el juicio de los demás. El propio paladar tiene que ser el que determine lo que a uno le agrada.
• Es necesario leer e informarse de un modo constante probando las nuevas etiquetas que salen al mercado, manteniéndose actualizado y siendo un consumidor inquieto. De ese modo se enriquecen y ejercitan tanto el paladar como el vocabulario utilizado para describir los productos.
• Nadie en el mundo lo sabe todo sobre vinos. El auténtico conocedor transita el camino de la degustación en una permanente actitud de aprendizaje.