EDITORIAL
EL RETABLILL
EL RETABLILL
Tony Blair y los caminos diferentes
QUE el primer ministro británico, Tony Blair, haya respaldado públicamente el proceso de paz del Gobierno español con la banda terrorista ETA no significa más que un protocolario comportamiento en una visita de compromiso. Porque avisarle al presidente Zapatero de que el proceso será largo y que siempre es bueno intentarlo no deja de ser una perogrullada, que se queda, como tal, en un vacío total de contenidos y de novedades.
Ahora, el presidente español acaso presuma de tener apoyos fuera para su presunto proceso de paz, que hasta ahora no debería llamarse proceso, puesto que no ha procesado ni procesionado ni progresado nada. Porque si es verdad que desde el anuncio de la tregua los terroristas no han causado víctimas mortales, también es verdad que no se ha visto ningún otro paso de acercamiento, que han seguido las manifestaciones más o menos legales o ilegales, que continúan con sus mismas e inaceptables condiciones, que se han producido numerosos actos de violencia callejera, que algunos significativos miembros de la banda ahora encarcelados no han mostrado ninguna voluntad de arrepentimiento sino todo lo contrario, han seguido con sus amenazas criminales y con sus reivindicaciones separatistas.
Quizá tras el encuentro de Tony Blair y Zapatero algunos caigan en la trampa de formular paralelismos en las negociaciones del Gobierno británico con el IRA y las del Gobierno español con ETA para poder llegar a resultados satisfactorios. Y decimos lo de caer en la trampa porque ambas situaciones se parecen muy poco, es más se diferencian en casi todo; y lo único en que coinciden ambos procesos es en el buen deseo de paz.
El éxito de Gran Bretaña en la rendición del IRA se basó en la unanimidad del Parlamento británico, antes y con Blair, frente a la banda terrorista de Irlanda del Norte, a la que se acorraló política y efectivamente hasta conseguir su rendición, una rendición que llegó por el convencimiento de los propios terroristas en su soledad y en la conciencia de que estaban recorriendo un camino inútil. Si la memoria no nos falla, el Gobierno británico sólo negoció con el IRA sus condiciones de rendimiento, pero después del rendimientos de los terroristas, no antes ni mucho menos con condicionantes.
Por el contrario, el pacto antiterrorista español está roto, se sigue dando cancha presuntamente negociadora a los terroristas y éstos siguen con sus advertencias y reivindicaciones. O sea justo el camino contrario al de Gran Bretaña.
QUE el primer ministro británico, Tony Blair, haya respaldado públicamente el proceso de paz del Gobierno español con la banda terrorista ETA no significa más que un protocolario comportamiento en una visita de compromiso. Porque avisarle al presidente Zapatero de que el proceso será largo y que siempre es bueno intentarlo no deja de ser una perogrullada, que se queda, como tal, en un vacío total de contenidos y de novedades.
Ahora, el presidente español acaso presuma de tener apoyos fuera para su presunto proceso de paz, que hasta ahora no debería llamarse proceso, puesto que no ha procesado ni procesionado ni progresado nada. Porque si es verdad que desde el anuncio de la tregua los terroristas no han causado víctimas mortales, también es verdad que no se ha visto ningún otro paso de acercamiento, que han seguido las manifestaciones más o menos legales o ilegales, que continúan con sus mismas e inaceptables condiciones, que se han producido numerosos actos de violencia callejera, que algunos significativos miembros de la banda ahora encarcelados no han mostrado ninguna voluntad de arrepentimiento sino todo lo contrario, han seguido con sus amenazas criminales y con sus reivindicaciones separatistas.
Quizá tras el encuentro de Tony Blair y Zapatero algunos caigan en la trampa de formular paralelismos en las negociaciones del Gobierno británico con el IRA y las del Gobierno español con ETA para poder llegar a resultados satisfactorios. Y decimos lo de caer en la trampa porque ambas situaciones se parecen muy poco, es más se diferencian en casi todo; y lo único en que coinciden ambos procesos es en el buen deseo de paz.
El éxito de Gran Bretaña en la rendición del IRA se basó en la unanimidad del Parlamento británico, antes y con Blair, frente a la banda terrorista de Irlanda del Norte, a la que se acorraló política y efectivamente hasta conseguir su rendición, una rendición que llegó por el convencimiento de los propios terroristas en su soledad y en la conciencia de que estaban recorriendo un camino inútil. Si la memoria no nos falla, el Gobierno británico sólo negoció con el IRA sus condiciones de rendimiento, pero después del rendimientos de los terroristas, no antes ni mucho menos con condicionantes.
Por el contrario, el pacto antiterrorista español está roto, se sigue dando cancha presuntamente negociadora a los terroristas y éstos siguen con sus advertencias y reivindicaciones. O sea justo el camino contrario al de Gran Bretaña.
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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