Vacas locas Hamburguesas y priones El riesgo del consumo de productos contaminados por priones obliga a desarrollar métodos capaces de detectar estos componentes en productos considerados sensibles, como la carne picada 28 de febrero de 2007 | Bibliografía JOSÉ JUAN RODRÍGUEZ JEREZ La encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las «vacas locas» y la variante humana de Creutzfeldt-Jakob plantean numerosos y difíciles retos científicos, y no es posible responder a todas las preguntas con una certeza absoluta. Todo ello obliga a definir nuevos métodos de análisis que permitan conocer y definir los nuevos desafíos. Una de las principales necesidades es realizar análisis no sólo en mataderos, sino también en los productos sensibles que, por su forma de elaboración, pueden estar contaminados con ingredientes que no deberían estar presentes y que no se detectan con facilidad, como es el caso de la carne picada. En EEUU, uno de los países con mayor número de consumidores de hamburguesas, se han instaurado controles para determinar la cantidad de carne y de vísceras en el alimento y garantizar la total seguridad del producto. Desde entonces ha sido mucha la información que se ha publicado y muchas las iniciativas emprendidas para minimizar los riesgos. En la mayoría de los países las acciones que se han aplicado han seguido la misma secuencia, es decir, análisis de todos los animales tras la toma de muestras directa en los mataderos, susceptibles de presentar lesiones, y retirada y destrucción de todos los materiales específicos de riesgo (MER). Sin embargo, tras la confirmación de la potencial transmisión de los priones a las personas sensibles se consideró la necesidad de controlar no sólo los mataderos, sino también la presencia de otros componentes en la carne, especialmente aquellas partes del sistema nervioso central o restos de algunos ganglios linfáticos, que se puedan añadir a la carne de forma no conocida. Este peligro ha quedado especialmente reflejado en EEUU, uno de los países con mayor número de consumidores de carne picada del mundo. Preocupa especialmente el hecho de no poder conocer exactamente el contenido de la mezcla, ya que en algunos casos se puede mezclar la carne con algunas vísceras, entre las que se encuentra una parte de sesos o incluso algunos ganglios linfáticos. Por este motivo, en EEUU se instauraron controles destinados a determinar la cantidad de carne y de vísceras que puedan existir en las hamburguesas con el fin de garantizar la total seguridad del producto. Por ello, se han desarrollado protocolos específicos que pretenden detectar restos de sistema nervioso central en el interior de la masa de carne. El problema se presentó al intentar detectar ese material indeseable, ya que las técnicas inmunológicas son difíciles de aplicar, e imposible la biología molecular. En este sentido, no se puede utilizar el PCR o el análisis genético puesto que si la especie es la misma, la genética también, lo que complica biología molecular. Por ello, se podrían emplear técnicas inmunológicas contra elementos propios del sistema nervioso, o bien técnicas microscópicas que permitan diferenciar las estructuras mediante tinciones más o menos específicas. La carne picada es un triturado en el que la continuidad de los tejidos se ha destruido, por lo que la diferenciación por el aspecto es extraordinariamente compleja. Por lo tanto, la probabilidad de detectar una mezcla indeseable es baja si no se cuenta con una ayuda que permita distinguir las proteínas musculares de las que no lo son. Como solución a este problema se ha planteado una asociación entre la inmunohistoquímica y la microscopía. En realidad se trata de una técnica bien conocida en la anatomía patológica, puesto que consiste en usar anticuerpos específicos del elemento a detectar, que se marcan de manera que al unirse con su antígeno precipitan un colorante que tiñe la zona. Posteriormente, y mediante observación al microscopio, se puede apreciar la existencia de esas zonas marcadas y confirmar la existencia del elemento que se quiere detectar. Esta técnica es la que están empleando como referencia los servicios de inspección del departamento de agricultura de EEUU (FSIS-USDA, en sus siglas inglesas) desde el año 2004. Sin embargo, el protocolo tiene limitaciones importantes que impiden que pueda ser un buen sistema de control rutinario de las hamburguesas de consumo. En primer lugar, se necesita mucho tiempo para poder analizar una muestra, incluso más de una semana para poder confirmarlos, y además es imprescindible el trabajo de personal altamente cualificado. |
PRUEBAS INMUNOLÓGICAS | ||||||||||||||
Posteriormente se aplica un nuevo anticuerpo marcado que reconoce la unión del primero con su correspondiente antígeno. Una vez que se consolida esta unión, se puede detectar por la aparición de un producto coloreado que se puede medir por medio de un lector. Las ventajas de este sistema son indudables, ya que puede estandarizarse de tal manera que cualquier analista entrenado puede realizarla, como técnica es mucho más sencilla y tiene un coste sensiblemente menor. En consecuencia, el empleo podría dar resultados mucho más competitivos. No obstante, debe tenerse en cuenta que el objetivo es claramente la eficacia. Todo ello ha generado una polémica importante entre algunos investigadores estadounidenses, especialmente entre el FSIS e investigadores de la Universidad de Colorado, que no han llegado a un acuerdo sobre las conclusiones de los diversos estudios que se están realizando. |
Bibliografía | ||
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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