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martes, septiembre 18, 2007

Andrea Tessa

Andrea Tessa
  
 
"Estoy acostumbrada a estar sola"  
 
2007 quedará marcado a fuego en su memoria. En lo laboral, porque su último disco, "Tribute", es éxito de ventas; estrenó programa de radio y está en "El Baile" de TVN. En lo personal, porque se separó del empresario Jesús Martínez, con quien había logrado su relación más estable. Pero ella, lejos de deprimirse, una vez más saca lecciones de la pérdida: "Hay un dicho gringo muy apropiado: Something has to give. Alguien tiene que ceder, no puedes tenerlo todo. Y yo no lo he tenido todo en la vida. Nunca".

Por Magdalena Andrade N.Fotografías: Carla Pinilla.

Hace un par de sábados, por primera vez en sus 46 años, Andrea Tessa sintió los mismos nervios viscerales de una novia que va camino al altar. No la esperaba una iglesia, sino el Teatro Oriente, en el que daría su primer concierto de jazz, la nueva faceta musical que está explotando con un inusitado éxito. Tampoco un novio, pero sí centenares de admiradores de su ya probada voz, los mismos que durante dos horas la hicieron sentirse "querida, acompañada, adorada", como ella misma define.

Aun cuando llegó apenas 10 minutos antes de la hora de comienzo del concierto, la incertidumbre cesó apenas pisó el escenario. "Esa noche debe ser una de las más lindas de mi vida, aunque, por supuesto, ninguna de las cosas resultó como las esperaba", reconoce. La idea era llegar a las siete de la tarde al teatro, pero a esa hora recién la estaban maquillando y peinando, y su arribo fue frenético.

"Antes de empezar, le di tres besitos a un anillo que me regaló mi abuela antes de morir, y le dije: Nona, ayúdame y dile a mi papá que me ayude", recuerda ahora, con la tranquilidad de saber que su performance sobre el escenario sólo recibió alabanzas. Igual suerte ha corrido su disco "Tribute", con más de tres mil copias vendidas. Es el tercero de su carrera como cantante y su primera incursión en el jazz, un género que aunque siempre le ha atraído, no se había atrevido a explorar porque no se sentía madura, ni como artista ni como persona. "Ahora me siento mucho más cómoda; es una música madura, sus letras y melodías me revuelven todo, me encantan", dice.

Confiesa que todavía no baja de las nubes luego del éxito, aun cuando no pudo compartirlo con dos personas que le hubiera gustado estuvieran ocupando una de las butacas del teatro: su madre, la cantante lírica Victoria Vergara, "que se cortaba las venas por venir", y el empresario Jesús Martínez, quien fue su pareja por cinco años y con quien se sentía "casada tal como si hubiesen papeles de por medio", como declaró en una entrevista cuando se conoció el romance, en 2004.

De Jesús está separada hace ya unos meses, luego de que el empresario español volviera a su país para acompañar a sus hijos, quienes también regresaron a España junto a su madre. Aunque doloroso, el alejamiento fue en los mejores términos y distinto a lo que le tocó vivir con sus ex parejas anteriores. "No había nada más que decir", cuenta Andrea. "Sólo viaja; después veremos cómo nos arreglamos".

–¿Pensaste en irte a vivir con él a España? ¿Por qué decidiste no hacerlo?

–Decir: me voy contigo es algo que suena fácil en el papel. Pero ya no tengo veinte años; me he hecho solita desde los 10, y lo único que se ha mantenido a mi lado –llueva o truene– es la música. No le puedo dar la espalda a lo único que ha estado cuando yo la busco, y no cuando ella me busca a mí. He estado en la cima, en el fondo, y tengo súper claro que esto es una racha y la voy a aprovechar al máximo.

–¿Fue la música, entonces, más importante que tu relación de pareja?

–Como dice la canción que grabé para el programa Más Música: La música es mi vida/mi forma de soñar/mi tiempo, mi destino/mi alma, mi verdad. Fue premonitorio. El éxito profesional tiene un precio, así como el personal. No conozco –y que venga una súper woman o súper man a decirme lo contrario– a nadie que diga: tengo una familia maravillosa, soy feliz con mi pareja y me va increíble en el trabajo. Hay un dicho gringo muy apropiado: Something has to give. Alguien tiene que ceder, no puedes tenerlo todo. Y yo no lo he tenido todo en la vida, nunca".

–¿Qué efectos ha tenido en ti la decisión que tomaste?

–Estoy tranquila, porque además Jesús y yo fuimos primero que nada amigos.

–¿Terminaron en buen pie?

–Entre Jesús y yo no hay ninguna chuecura de por medio; no hay mentiras con él. Lo más bonito de esta relación es que ninguno tuvo que jugar ningún papel para ser querido. Yo lo quise como él es y él me quiso como yo soy. No tuve que cambiar en un ápice mi manera de ser, y eso me hizo sentir muy libre.

–¿No puedes decir lo mismo de tus relaciones anteriores?

–Es que en general el amor tiende a ser egoísta; tú eres mía y yo soy tuyo, y por Dios que es difícil querer a alguien sin intentar poseerlo, y quererlo como es. A la larga, te cambian tanto que tú terminas preguntando: ¿de qué te enamoraste de mí? Si lo único que has hecho es pulirme, arreglar esto que no te gusta. Es como que uno se enamorara de una piedra y la puliera para que se convirtiera en un ágata. Jesús, en ese sentido, fue la excepción, porque a mi lado él fue un hombre muy libre, y yo fui una mujer muy libre también. Él es ahora mi gran amigo y yo lo quiero mucho.

–Dices que Jesús fue el primer hombre que te quiso tal como eres. ¿Cómo eres tú?

–Es tan complicado hablar de uno... Creo que a muchos hombres les carga que la mujer que tienen al lado sea admirada y querida por alguien más que su familia, y que la gente se te acerque, espontáneamente. Les gustaría tener al lado a una compañera que sea casi como un accesorio. Pero a mí no me interesa estar al lado de un hombre que con esas expresiones de cariño sientan que le están invadiendo el territorio, porque yo no soy territorio de nadie.

–¿Así te sentiste con tus otras parejas?

–Siempre fue un tema complicado, porque claro, a través de la televisión y la prensa llegas a mucha gente.

–Y la gente te quiere...

–Sí... Pero para mí no ha sido fácil, sobre todo en los afectos, desde chica. Ya estoy acostumbrada, aunque parezca frío, a estar sola.

"He tenido penas horribles, pero he salido adelante"

A pesar de esta soledad, Andrea no quiere se vuelva a explotar la imagen que, siente, se ha construido de ella: la de una mujer sufrida y que a veces, como ella misma reconoce, no ha sabido resguardar la intimidad que requiere una relación.

Sabe que su historia de vida alimenta esa idea; que la partida de su madre al extranjero cuando era niña marcó para siempre su forma de relacionarse con el mundo, y que por ser soltera y sin hijos a los 46 años se ha expuesto al escrutinio de la gente. Sin embargo, defiende su derecho a mostrarse como una mujer feliz y satisfecha. "Paso por más momentos felices que tristes. Alguien me dijo una vez: todos hemos tenido una infancia de mierda. Yo también la tuve. Todos hemos tenido rollos, traumas, historias que nos marcan. Pero nunca me he quedado frente al espejo diciendo: pobrecita, qué triste mi vida, qué mal me ha ido", asegura, y dice que lo mismo ha pasado con su hermano menor Marco, casado, con hijos y que ahora vive en México, donde trabaja como director general de una multinacional.

También analiza su opción de no haberse convertido en madre, en pos de lograr otros objetivos. "Cuántas otras mujeres dicen: estoy frustrada porque no tuve una familia con hijos y familia al lado... Pero también me encuentro con amigas que tienen familia numerosa, marido e hijos, y tienen una frustración terrible porque no han podido tener tiempo para ellas. El equilibrio no existe. Yo paso por períodos de pena, bajones; he tenido unas penas horribles y he salido adelante, con mucha fuerza. Si no he podido hacerlo sola, me hago ayudar, cosa que aprendí vieja, pero aprendí. Antes decía: no, yo voy a salir de esto sola, porque soy fuerte. No, de repente eres fuerte, pero estás coja".

–Hay que ser valiente para pedir ayuda.

–Yo creo que la valentía se adquiere con el tiempo y con la edad. Mientras más va pasando el tiempo, tienes más conciencia de que te quedan menos años por vivir. Como decía Raúl Vale: Ya no tengo tiempo para perder el tiempo. Soy una convencida de que las cosas hay que decirlas, y no me refiero a "yo digo lo que pienso". Es, si quiero a alguien, decirle: te quiero. Lo peor que te puede pasar es que te digan que no. Pero no hay que dejarse llevar por el orgullo ni por esas pelotudeces que no le importan a nadie.

–¿Te ha pasado que alguien te diga que no te quiere?

–No, yo creo que no, pero creo que eso no me impediría, si siento ganas, de decirle a alguien que no lo quiero. Pero al decir "te quiero" no me refiero sólo al ámbito de la pareja. Yo no tengo la vida comprada ni sé cuándo me voy a ir. Cuando mi papá murió, me quedaron muchas cosas pendientes con él, porque no era un hombre de muchas palabras afectuosas. A todo el mundo le decía que me amaba, pero nunca me lo dijo a mí directamente. Entonces, cuando lo vi, con la vista fija y sin respirar... ¡me dieron ganas de zamarrearlo!.. y decirle: pucha que me habría venido bien que me dijeras todo lo que yo significaba para ti. Porque encuentro que es bonito demostrar el cariño con hechos, pero por Dios qué potentes, ricas, son las palabras.

Andrea no sólo se siente más feliz y más tranquila consigo misma. También está dispuesta a aprovechar todas las oportunidades que le entreguen un plus para su carrera o para su vida. Así lo hizo con la radio Amadeus, que le ofreció un programa propio de jazz que conduce en vivo de lunes a viernes, y con el programa "El Baile", que la invitó a ser parte de los concursantes, y que la tiene ahora entre las mejor evaluadas. "Cuando bailo me tiritan las piernas, se me seca la garganta y entro en apneas, pero lo he pasado muy bien, me ha hecho físicamente increíble, me he tonificado y cambiado la postura. Uno dice: a estas alturas de mi vida, ¿qué voy a aprender? Pero he aprendido, te lo juro".

A pesar de todos estos planes que la atan a Chile por un buen tiempo, el sueño de Andrea es viajar el próximo año a Italia y vivir allá una temporada. En ese país tiene a gran parte de su familia paterna, y además está a sólo unas horas de la casa de su madre, en Alemania. Otra de las cosas importantes que le han sucedido fue reencontrarse con ella, luego de cuatro años sin verla. Se juntaron allá y luego recorrieron Italia. Al volver a Chile, Andrea quedó con ganas de verla más seguido y disfrutar más de esa presencia que añoró tanto durante sus años de niñez y juventud.

–Tu mamá se fue muy temprano de la casa, ¿cómo lo hiciste para construir tu imagen femenina?

–La hija siempre tiende a tomar el lugar que dejó la mamá, una pega que no me correspondía y que no hacía bien hasta que me puse a trabajar, a los 17 años. Me acuerdo, por ejemplo, que yo era la encargada de comprar la leña para la casa, y me hacía cargo de otras cosas. Pero mi papá tampoco vivió solo por el resto de sus días, tuvo pololas, y a un par de ellas que yo quise mucho. Tuvo una en particular que fue muy amorosa con nosotros. Ella había sido mamá y había perdido a su hija, entonces, de alguna manera saciaba su necesidad de maternidad conmigo, y yo feliz. Además, tengo tías, amigas, también las mamás de mis vecinas... Yo me "autoadoptaba". Por ejemplo, cuando empecé a pololear, terminaba todos los domingos almorzando en la casa de mis suegros, y siempre fui la hija que no tuvieron... fui una excelente nuera, sobre todo con los suegros, siempre.

–¿Y qué pudiste aprender de tu mamá?

–A tomar cualquier decisión a concho. Por ejemplo, decir: si tú quieres ser cantante, ok, tómalo en serio, con todos los sacrificios que eso conlleva, con las maravillas que trae, con las penas. Le he seguido mucho el cuento en ese sentido. Mi mamá se tomó su carrera súper en serio, tanto así que renunció a muchas cosas. Ella es una escorpiona de tomo y lomo: siempre cuando nos vemos los primeros días son puros besitos y añuñucos, pero al tercer día nos agarramos del moño, nos odiamos y ojalá nos parta un rayo. Al quinto día nos volvemos a amar y cuando nos vamos nos cortamos las venas. Siempre es así. Aprendí a encontrarle el lado bueno a no vivir con mi mamá, porque cuando nos vemos nos devoramos en todo sentido, en lo bueno y lo malo.

–Tú dices que ella renunció a muchas cosas por su profesión. Tú, en cierto modo, has seguido también su ejemplo.

–Es verdad... es cierto, pero si yo hubiera tenido hijos habría sido distinto. Lo que pasa es que mi mamá me tuvo a los 18 años... Pero no puedo decir "si yo hubiera". Creo que para mí habría sido muy difícil tomar el camino que ella tomó.

–De todos los ámbitos en los que has estado, ¿qué has aprendido?

–Puede ser súper arrogante, pero me siento una performer, una mujer de escenario, y eso no me lo van a quitar nunca, Si me faltara algo por hacer, me gustaría participar en una película. Me crié en los escenarios y voy a morir en esto.

–¿Te gustaría volver a la televisión?

–A lo mejor en un programa de música, pero cultural. En la radio soy inmensamente feliz con mi programa, además que el medio te puede permitir trabajar hasta que eres mayor.

–¿Cómo te proyectas para tu vejez?

–Viviendo en un lugar bonito, frente al mar, no sé si en la casa que tengo ahora (en Maitencillo), escuchando música al lado del fuego, con una copa de vino y alguien que yo quiera al lado...

–En esa escena, ¿hay espacio para una pareja?

–Es absolutamente posible. Nunca, nunca pierdo la esperanza. ya

Producción: Antonia Busquet y María Paz Jimenéz Maquillaje: Ivonne Martin Pelo: Javier Fernández para mi Lady Señorita Agradecimientos: Tienda Roche Bobois.

Magdalena Andrade N..
Saludos
Rodrigo González Fernández
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